lunes, 6 de julio de 2015

Ética Profesional

Ética de la autorrealización: Friedrich Nietzsche
De nuevo estoy de vuelta… después de larga ausencia…
Volviendo de su primer estadía de cuarto, renovados con la fuerza que nos da una nueva experiencia, seguimos nuestro camino reflexivo recogiendo saberes que confiamos  nos ayudaran a  sentir, pensar y actuar nuestras prácticas.

Habíamos hablado de Kant, y su idea que lo que rige y determina el deber en el ser humano,  no está afuera sino en él mismo.  Pero no es una ley que existe en un hombre particular, sino que es una ley universal, rige para todos los hombres por igual. O sea, existe independientemente de cada ser humano particular, ésta ley es superior a cualquier inclinación particular.
Por lo tanto, la moral, el deber ser, proviene de la razón, la única moral auténtica es la regida por el rigor del pensamiento. Pero atentos, porque Kant no nos da una lista de acciones a seguir, sólo el principio racional interno que debemos seguir a la hora de actuar (¿recuerdan los imperativos kantianos?)…
Pero va aparecer en escena alguien que va cuestionar fuertemente éstos preceptos, alguien que intuye que detrás de las verdades absolutas y universales de los diferentes sistemas de ideas, como el cristianismo, por ejemplo, la ciencia e incluso las normas morales kantianas, puede haber algún factor silencioso, alguna interacción de fuerzas y sentimientos que pudieran estar falseando continuamente la realidad, para interpretarla, acomodándola a sus propios intereses, a ésto lo denomina voluntad de poder... ese alguien fue Friedrich Nietzsche, y su postura es radicalmente diferente a la kantiana.
Friedrich Nietzsche, negó toda posibilidad de fundamentación moral fuera de la invención humana, La moral es para Nietzsche un invento de los débiles para defenderse de los fuertes ocultándose detrás de valores como la piedad por ejemplo. Una moral de rebaño, todos los hombres siguen en grupo acríticamente algún tipo de autoridad (iglesia por ejemplo) para disfrazar su impotencia y falta de fuerza frente a los poderosos. Ahora bien, quiénes serían éstos poderosos, para éste filósofo son los hombres mas afianzados en sus instintos.
arremete con todo contra el cristianismo, declarando que no somete a una moral de mezquinos, y que debemos superar la idea cristiana del bien y del mal.
En Genealogía de la Moral, Nietzsche habla de moral más como una lógica, o sea, un conjunto de relaciones de fuerza que ocurren en ese campo singular. El objetivo de su genealogía son los sentimientos, los instintos, la conciencia, el amor. Es una especie de historia de los prejuicios referidos a la moral, y es posible que la moral en sí misma sea un prejuicio nos advierte.
Demuestra que no existe un origen divino y absoluto de los valores, si existen ciertas condiciones materiales que determinaron su surgimiento.
Como decíamos mas arriba, para él la moral es una de las formas de la debilidad, del rechazo mismo a todo instinto, a toda fuerza vital. Su función es domesticar la fuerza creadora, para dominar todo lo que atenta contra la moral. Y todo gracias a la mentira, al mito de la revelación, él va querer desenmascarar eso.
Desde Aristóteles, la moral era considerada como una cosa en sí, un dato fundamental del cual se construían reflexiones.
Para Nietzsche, la moral es la prueba misma de la debilidad del hombre, un renunciamiento general a los instintos en nombre de lo "sagrado", encubre  la debilidad y la cobardía, en "Genealogía de la Moral" muestra el anverso, muestra lo "divino" como un atajo que le permite al hombre instalarse en la debilidad sin sentir horror por ello.
Muestra la moral como una renuncia ante lo mas valioso del hombre, su instinto. El instinto es la única fuerza capaz de dar un paso mas allá de la moral, pero no en dirección a lo perverso, sino en dirección a una ética que reclama los derechos de una "singularidad" frente a la nivelación moralizante que anula  y ahoga toda diferencia a favor de lo "uno"y de lo "universal" (ética del deseo, según Lacan)
Hombre humano es superhombre,en el proceso de devenir humano, el hombre deja de ser divino y sagrado para instaurar un nuevo reino de la responsabilidad, porque en la moral no hay responsabilidad, sino acatamiento. obediencia, sometimiento.
La moral le propone al hombre universal una forma de rehuir ante lo mas propio y valioso que tiene, la fuerza de su instinto, la fuerza de su deseo dirá más tarde Lacan. 

Datos biográficos:    Friedrich  Nietzsche

(Röcken, actual Alemania, 1844-Weimar, id., 1900) Filósofo alemán, nacionalizado suizo. Su abuelo y su padre fueron pastores protestantes, por lo que se educó en un ambiente religioso. Tras estudiar filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, a los veinticuatro años obtuvo la cátedra extraordinaria de la Universidad de Basilea; pocos años después, sin embargo, abandonó la docencia, decepcionado por el academicismo universitario. En su juventud fue amigo de Richard Wagner, por quien sentía una profunda admiración, aunque más tarde rompería su relación con él.
La vida del filósofo fue volviéndose cada vez más retirada y amarga a medida que avanzaba en edad y se intensificaban los síntomas de su enfermedad, la sífilis. En 1882 pretendió en matrimonio a la poetisa Lou Andreas Salomé, por quien fue rechazado, tras lo cual se recluyó definitivamente en su trabajo. Si bien en la actualidad se reconoce el valor de sus textos con independencia de su atormentada biografía, durante algún tiempo la crítica atribuyó el tono corrosivo de sus escritos a la enfermedad que padecía desde joven y que terminó por ocasionarle la locura.
Los últimos once años de su vida los pasó recluido, primero en un centro de Basilea y más tarde en otro de Naumburg, aunque hoy es evidente que su encierro fue provocado por el desconocimiento de la verdadera naturaleza de su dolencia. Tras su fallecimiento, su hermana manipuló sus escritos, aproximándolos al ideario del movimiento nazi, que no dudó en invocarlos como aval de su ideología; del conjunto de su obra se desprende, sin embargo, la distancia que lo separa de ellos.
Entre las divisiones que se han propuesto para las obras de Nietzsche, quizá la más sincrética sea la que distingue entre un primer período de crítica de la cultura y un segundo período de madurez en que sus obras adquieren un tono más metafísico, al tiempo que se vuelven más aforísticas y herméticas. Si el primer aspecto fue el que más impacto causó en su época, la interpretación posterior, a partir de Heidegger, se ha fijado, sobre todo, en sus últimas obras.
Como crítico de la cultura occidental, Nietzsche considera que su sentido ha sido siempre reprimir la vida (lo dionisíaco) en nombre del racionalismo y de la moral (lo apolíneo); la filosofía, que desde Platón ha transmitido la imagen de un mundo inalterable de esencias, y el cristianismo, que propugna idéntico esencialismo moral, terminan por instaurar una sociedad del resentimiento, en la que el momento presente y la infinita variedad de la vida son anulados en nombre de una vida y un orden ultraterrenos, en los que el hombre alivia su angustia.
Su labor hermenéutica se orienta en este período a mostrar cómo detrás de la racionalidad y la moral occidentales se hallan siempre el prejuicio, el error o la mera sublimación de los impulsos vitales. La «muerte de Dios» que anuncia el filósofo deja al hombre sin la mezquina seguridad de un orden trascendente, y por tanto enfrentado a la lucha de distintas voluntades de poder como único motor y sentido de la existencia. El concepto de voluntad de poder, perteneciente ya a sus obras de madurez, debe interpretarse no tanto en un sentido biológico como hermenéutico: son las distintas versiones del mundo, o formas de vivirlo, las que se enfrentan, y si Nietzsche ataca la sociedad decadente de su tiempo y anuncia la llegada de un superhombre, no se trata de que éste posea en mayor grado la verdad sobre el mundo, sino que su forma de vivirlo contiene mayor valor y capacidad de riesgo.
Otra doctrina que ha dado lugar a numerosas interpretaciones es la del eterno retorno, según la cual la estructura del tiempo sería circular, de modo que cada momento debería repetirse eternamente. Aunque a menudo Nietzsche parece afirmar esta tesis en un sentido literal, ello sería contradictorio con el perspectivismo que domina su pensamiento, y resulta en cualquier caso más sugestivo interpretarlo como la idea regulativa en que debe basarse el superhombre para vivir su existencia de forma plena, sin subterfugios, e instalarse en el momento presente, puesto que si cada momento debe repetirse eternamente, su fin se encuentra tan sólo en sí mismo, y no en el futuro.