miércoles, 8 de noviembre de 2017

El cambio comienza con uno mismo - ÉTICA PROFESIONAL - 4TO. ICAM

¡El adolescente de hoy tiene DAHEIM! 

Pensemos que en realidad el niño de hoy presenta un caso, no atípico sino generalizado, de DAHEIM, juego de palabras que significa D por hemisferio Derecho, A por Autónomo, H por Hipersensiblidad, E por Emocional e IM por Inteligencias Múltiples. 

4. El efecto triple EEE: Explosivo, Esponja y Espejo 

Hoy los niños y niñas son capaces innatamente de detectar las distorsiones entre el aspecto exterior e interior de los adultos, así como las contradicciones de nuestra sociedad. En este sentido, los psicólogos observan un triple efecto llamado efecto EEE, que se da en general en los niños, niñas y jóvenes de hoy: - El efecto Explosivo (o Detonador) - El efecto Esponja - El efecto Espejo

 El efecto Explosivo
 El efecto Explosivo, también llamado efecto detonador, significa que el niño, en especial los de la primera y tercera generación, amplifica o hace aflorar un patrón a cambiar en los adultos que le acompañan. ¡Es decir, que estos niños tienen tendencia a hacer explotar y sacudir su entorno! Como comentan muchos padres y docentes: “¡Este niño me saca de quicio!”. Como observa la psicóloga Yaneth Días del Socorro: 
“Son 60 D: El niño de hoy utiliza ampliamente el potencial de su hemisferio Derecho. A: Es Autónomo, auto-desarrollado y autodidacta. H: Posee un alto grado de Hipersensibilidad e intuición. E: Posee una Inteligencia Emocional supra-desarrollada. IM: Utiliza naturalmente varias de las Inteligencias Múltiples. niños que definitivamente remueven a las personas que están a su alrededor”. Si uno no sabe reconocer y manejar correctamente este efecto, puede desencadenar conflictos recurrentes y los niños y niñas son vistos como niños problema; no es que sean necios sino que reaccionan a una situación desequilibrada, ya que pueden detectar naturalmente cualquier falta o mentira, consciente o inconsciente en el adulto. En efecto, si no hay congruencia en el entorno inmediato del niño o niña, entre lo que se dice, se hace, se vive y se piensa, enseguida estos niños lo denunciarán con su actitud. Son niños que hacen crecer a los adultos en su propio desarrollo personal. Para eso poseen como antenas/sensores y no soportan, física y emocionalmente, la discordia y la falta de integridad. 
En términos terapéuticos, es similar al proceso de hacer salir a la superficie, es decir, pasar del subconsciente al consciente. Se trata de aflorar, ubicar todo tipo de tensiones, traumas y choques anteriores, para liberarse de bloqueos emocionales presentes y pasados que impiden avanzar. Corresponde a un Efecto Espejo exacerbado.
 El efecto Esponja 
Significa que el niño y la niña lo absorbe todo, tanto lo bello como lo feo. Por eso varias madres de familia afirman: “Cuando estoy bien, él está bien. Si estoy triste o enojada, enseguida se altera mi niño”. Este efecto Esponja precisa, por lo tanto, de un ambiente emocional estable por parte de los adultos que se encuentran en el entorno inmediato del niño o niña. Es mejor evitar cualquier tipo de pensamientos negativos, rabias, rencores, asuntos sin perdonar, obsesiones, entre otros, porque eso también de alguna manera lo perciben los niños y niñas, y les afecta. Hasta pueden enfermar por este motivo. Este efecto ocurre también en bebés en gestación y en recién nacidos, aún con más fuerza, porque el bebé no se puede alejar físicamente del lugar pesado. Gaia Medina, madre de dos bebés sensitivos, comenta al respecto: Esta tarea es especial: consiste en tomar y transmutar las energías psíquicas oscuras que están contaminando etéreamente a la Tierra y a los seres humanos, desempeñando el papel de aspiradora sanadora. Es un trabajo tenaz y muy sutil que ellos, en general, especialmente la segunda generación, aceptaron hacer. Así ayudan a sanar tanto a la Tierra como a los humanos. Este paso también es decisivo para continuar con los cambios del planeta y seguir la evolución que a cada quien le corresponde. Esta limpieza consiste en sanar cada emoción y trauma que se quedó anclado a nivel celular, así como sanar los lugares sagrados, la Tierra, las aguas y los animales; ayudar a entes de diferentes niveles. Hay que ayudar a los niños y niñas para que no se vean afectados demasiado por este efecto Esponja, es decir, enseñarles a protegerse psíquicamente y a proceder a limpiar su aura regularmente. También hay que cuidar la cualidad de sus sueños, momentos en los que son más vulnerables y son más propensos a ataques psíquicos. 
(Medina, 2003: cp) 61 Judy Hall, investigadora y autora estadounidense, añade: La percepción extrasensorial es particularmente potente entre la madre y el bebé. Cuando estamos en el vientre materno, nuestro instinto nos revela lo que nuestras madres y los otros miembros de la familia piensan y sienten. En la mayoría de nosotros, esta facultad desaparece poco tiempo después de nacer. Sin embargo otros jamás la pierden; estas personas viven confundidas porque, por un lado, está lo que les dicen que deben aprender y, por otro lado, lo que les transmiten sus impresiones intuitivas. Algunos optan por anular su percepción extrasensorial o recluirse en su propio mundo interior y desconfiar de lo que les digan los demás. En cambio, si la percepción extrasensorial funciona plenamente, la persona se transforma en la pantalla de un radar que recoge todo lo que se halla a su alrededor. De no existir una barrera sólida entre el mundo externo y ellos, estas personas se convertirían en esponjas psíquicas y absorberían los pensamientos y sentimientos del resto. Estos niños deberían, desde sus primeros años, aprender a proteger su psique para evitar así el agotamiento. (Hall, 1996:26) 
El efecto Espejo
 Los psicólogos explican el efecto Espejo como el proceso de reflejar en la persona que está en frente la imagen de lo que es en este momento. Es decir, que con su simple presencia, una persona que está en calma, automáticamente, aún si no dice nada, presenta a las personas de su entorno un espejo donde cada uno se da cuenta de varias cosas sobre sí mismo y por sí solo. Así que, si hay una situación recurrente con un niño, una niña o un joven, hay que analizar si ésta viene de uno mismo; es decir, simplemente preguntarse si el niño, niña o joven no actuaría (a menudo inconscientemente) como espejo. Gina Vargas es una madre joven que vive en Calacoto, La Paz, Bolivia. Comenta sobre su hijo Diego de cuatro años: He aprendido tanto de los niños. Son realmente un mundo diferente. Te hacen ver tus errores, hacen salir a flote tu parte emocional, descubres que si no te puedes adaptar a ellos, eso es grave. La gente dice que son niños malcriados, pero no, son simplemente así. Hay que saber hablar con ellos. Me tocó trabajar mucho sobre mí misma. Me di cuenta que mi hijo lo ve todo de su entorno, lo capta todo, lo percibe todo. Es sumamente tierno. Cuando estoy bien, él está bien también. Cuando estoy mal, se altera enseguida. Hay que apoyar a los papás. A mí me gustaría tener acceso a una escuela de padres o algo así. ¡Reconozco que lo necesito tremendamente! No tenemos que cerrarnos y debemos mantener un buen equilibrio emocional personal. Todo está cambiando, el método antiguo definitivamente ya no funciona. (Vargas, 2006:cp)

5. Recomendaciones de profesionales 
Todos los niños son extraordinarios, ¡nosotros también! y todos, absolutamente todos, necesitamos un trato especial basado en el amor: dar y recibir amor de los demás, así como amarse y honrarse a sí mismo. La siguiente lista32 proporciona algunos parámetros para convivir armoniosamente con sus hijos e hijas.
 1. Alentemos al niño o niña, fortalezcamos siempre su autoestima. Mostrémosles reconocimiento constantemente de manera afectiva, con abrazos y apreciación verbal o miradas afectuosas (tanto por parte de los padres como de los maestros). 
2. Dejemos que hagan las cosas por sí mismos (aún requiere más tiempo, por ejemplo vestirse…). Dejemos que exploren solos (dentro de los parámetros de seguridad necesarios, obviamente). En general son excelentes autodidactas. Como los niños y niñas de hoy tienen tendencias a la autorrealización y son autodidactas, conviene que les dejemos que hagan las cosas por sí mismos desde temprana edad. 
3. Evitemos tanto los castigos como las recompensas. Nunca recurramos a los castigos físicos ni a los gritos. Exijamos a la escuela de nuestros hijos que no se utilicen castigos físicos y/o emocionales (además es ilegal). Los castigos y humillaciones pueden desencadenar graves bloqueos de aprendizaje, traumas emocionales, pérdida de autoestima, síndrome de descalificación parental, trastorno de ansiedad generalizada, depresión infantil e intento de suicidio en jóvenes. Dejemos que vean por ellos mismos las consecuencias naturales de sus actos (nuevamente dentro de los parámetros de seguridad necesarios). Hay que entender que el castigo simplemente no funciona con ellos y ellas. Busquemos alternativas, sin dejar de ser firmes respecto a las reglas tanto del jardín infantil y de la escuela como del hogar, pero sin gritos y con naturalidad. 
4. Seamos firmes, pero no dominantes ni autoritarios. Construyamos con ellos una relación de amigos y acompañantes en el camino de la vida, no actuando de jefes. Entendamos que reñir no es educar. Entendamos que hay momentos en que hay que ser permisivos y hay momentos que en que no hay que ser permisivos. Tengamos la sabiduría y el entendimiento de cuándo sí y cuándo no. De ninguna manera alzar la voz o recurrir a la violencia y a las amenazas. Esto último demuestra una disfuncionalidad en el propio adulto, pues tiene que acudir a estos recursos basados en el temor y en una conciencia limitada. 
5. Respetémosles, seamos muy honestos con ellos. Aceptemos nuestras limitaciones, tanto las del niño, como las del padre, madre, docente o profesional que se interrelaciona con ellos. 
6. A través del ejemplo, enseñémosles el respeto por los demás y por uno mismo. 
7. Dediquemos un tiempo de calidad para estar juntos, escuchémosles. 
8. Todas las cosas hagámoslas con él o con ella en cooperación, no por obligación. No entremos en la lucha de poder (¡A ver! ¿Quién manda aquí?).  Una niña de seis años una vez dijo a su mamá: “¿Límites, qué es eso? Si la vida no tiene límites… el amor tampoco” (Ecuador, 2004:cp). Esta clase de educación funciona bien si la practicamos desde que el niño o la niña es muy chiquito. En caso de niños y jóvenes mayores que ya han perdido su facultad de autodisciplina, optar por una educación de transición un poco más firme (sin dejar de ser cariñosa) y poco a poco proveer el espacio necesario y el entendimiento para la autodisciplina. 
Tener un poco de paciencia. Ningún proceso es irreversible y nunca es tarde para hacer bien las cosas. conflictos, no insistamos. Dar sermones es una absoluta pérdida de tiempo. Cuando yo tengo una idea A, y el niño tiene una idea B, buscamos una solución C, D o E, conjuntamente y de forma madura. Siempre hay una infinidad de soluciones. 
9. Respetemos los espacios de tiempo en los que él quiere estar solo, respetemos su privacidad. Respetemos sus momentos de soledad y sus momentos de interacción. 
10. No cedamos al primer impulso agresivo, tranquilicémonos y démonos unos minutos para pensarlo. Si no podemos manejar una situación, no dudemos en pedir ayuda a un profesional de confianza. Pedir ayuda al mismo niño o joven o a su hermano, también resulta muy positivo. 
11. No los sobreprotejamos, ni física ni emocionalmente. Tampoco los abriguemos en exceso. Es decir, no estar sobre ellos constantemente de manera posesiva o sobreprotectora, especialmente cuando se trata de comer. Respetemos el espacio propio del niño o niña y su biorritmo. 
12. Estimulemos la independencia y la responsabilidad, no temamos que ellos se independicen, al contrario, nos lo van a agradecer y nos van a valorar por eso. 
13. Intentemos mantener la calma, tranquilidad, seguridad interior en todo momento. Nuestros niños y niñas lo perciben todo. 
14. No exijamos siempre. Cuando exijamos algo, que sea razonable y fundamentado. No se trata de limitar, sino de elevar los estándares de vida y los tratos mutuos. Se trata de niños y niñas que vienen a romper los límites, así que difícilmente nos pueden entender si les exigimos o imponemos límites. 
Vienen a enseñarnos precisamente que no hay límites y que todo es posible con la intención pura y el amor. Por eso nos entienden y colaboran sólo si hablamos de elevar el estándar de vida con amor, respeto, conciencia, madurez, búsqueda de un nivel de vida más elevado espiritualmente. Acordémonos de que ellos reaccionan al instante a la falta de amor. Así que su educación está basada en la autodisciplina, la autoconciencia de la necesidad del otro y de la vida comunitaria familiar o escolar. 
15. Nada de favoritismos ni de comparaciones, ni para peor ni para mejor. 
16. Cuidemos nuestro tono de voz. El grito nos hace perder autoridad y respeto. En caso de que nos descontrolemos, lo reconocemos, nos disculpamos y pasamos al siguiente paso. Nada de gritos, nada de pegar, nada de perder el control. En ninguna circunstancia. Nos hace perder la dignidad. ¡El que pierde la calma, pierde!
17. No dramaticemos las situaciones, seamos naturales y espontáneos. 
18. Divirtámonos juntos. Al final estamos aquí unos con otros para disfrutar y crecer juntos.
19. No les hablemos; hablemos con ellos. 
20. La dulzura atrae la dulzura; el mal genio atrae el mal genio. 
21. Eduquemos con el ejemplo. Acordémonos: el niño o la niña hará lo que nosotros hagamos, aún si no decimos nada; y el niño o la niña no hará necesariamente lo que le digamos, si nosotros no lo hacemos. 
22. No escondamos los conflictos familiares a nuestros niños. Hablémosles de manera clara, tranquila y transparente, sin odio ni enfado hacia una tercera persona. Ellos lo entenderán y lo agradecerán. 
En general, debemos:
 - Darles tareas lúdicas. - Incentivar la actividad física y permitir que aprendan con movimientos, especialmente cuando son pequeños. Proveer un contacto diario con la naturaleza. 
- Ofrecerles la posibilidad de escoger, y/o dejar que el mismo niño encuentre su propia solución (y aceptarla). 
- Darles responsabilidades. 
- Explicarles todo, con mucha honestidad. - Brindarles siempre cortesía y respeto. De ser así, usted recibirá cortesía y respeto; ellos le entenderán y aprobarán. 
- Proporcionarles ambientes que tengan centros de actividades (por ejemplo el rincón de la pintura, donde puedan pintar libremente y sin temor de ensuciarse), donde puedan tocar, armar, dibujar, coleccionar. Es decir, crear espacios que ayuden al orden (interior y exterior) y a la autodisciplina.
 La cuestión está en el ambiente, el entorno, en el abordaje de las relaciones y en nosotros mismos (los adultos). 
- Recordar que el cambio siempre comienza con uno mismo. 
Todos los niños y niñas, así como los adultos, necesitamos un trato especial basado en el amor. 
FUENTE: Pedagogía 3000