Oratoria, Discurso Persuasivo y Retórica Clásica:
Partes del discurso:
La estructura de todo texto argumentativo responde a un
esquema básico: hecho – hipótesis –
demostración.
Los antiguos retóricos concibieron un orden muy estricto en
la presentación de las partes del discurso argumentativo. Los textos
argumentativos modernos no responden a ordenaciones estructurales rígidas; sin
embargo, los elementos sustanciales de toda argumentación siguen siendo los que
Aristóteles indicó en su Retórica[1]
del S. IV a. C.
¿Cómo debía estar
organizado un discurso persuasivo de acuerdo con la antigua retórica?
1)
Exordio: presentación tanto dele tema como de las
intenciones del emisor. Es el momento en el que, además, se desenfundan las
primeras armas para captar la atención del destinatario a los efectos de
predisponerlo bien para la persuasión. Es
común que el emisor aproveche la ocasión para afirmar la importancia del tema
que está por tratar.
2)
Narratio o narración de los hechos: el emisor
narra brevemente el hecho que sirve de punto de partida para su argumentación y
presenta la hipótesis que tiene sobre el tema.
3)
Divisio o Plan de argumentación: el plan
argumentativo se va constituyendo a partir de la formulación de interrogantes
acerca de cuál es la posición particular frente al problema, cómo se ordenaría
los razonamientos que apoyan un determinado punto de vista, si incluiría o no
argumentos contrarios y cuándo los citaría.
4)
Argumentatio: es el momento de la argumentación
propiamente dicha. Se trata de la secuencia de argumentos puntuales que el
orador utiliza en defensa de su posición. El emisor confronta la hipótesis con
las pruebas que eligió para confirmarla. Puede incluir la refutación de
posibles argumentos contrarios.
5)
Confirmatio o Confirmación (o también llamada
ampliación de los argumentos): El emisor confronta la hipótesis con las pruebas
que eligió para confirmarla. Puede incluir la refutación de posibles argumentos
contrarios.
6)
Peroratio o Epílogo: es el momento de cierre del
discurso. Se hace un resumen del tema, se recuerda la hipótesis y se presenta
la conclusión. Al mismo tiempo, se vuelve a apelar al receptor con el propósito
de verificar que la persuasión haya sido eficaz o para reforzarla en el caso de
que no se hubiera conseguido el fin perseguido.
Los textos argumentativos actuales
no siguen este esquema tan inflexible, pero incluyen casi todos elementos. La gran
diferencia consiste en que actualmente no se explicita a los destinatarios el
plan del texto (esta instancia queda reservada al proceso de planificación
previa).
En síntesis, todo texto
argumentativo incluye un tema general, un punto de partida o hecho particular
de la realidad que da origen al texto y la posición particular del autor,
indistintamente llamada hipótesis, opinión, tesis, perspectiva, etc.
Además, presentan una serie de
argumentos particulares orientados a justificar y/o demostrar la verdad o
adecuación de la hipótesis del autor. El autor también puede utilizar
contraargumentos cuando polemiza con razonamientos argumentativos contrarios.
Por último, los textos
argumentativos son siempre conclusivos, es decir, los autores presentan siempre
un cierre en el que expresan la finalidad de su razonamiento y a veces también
resumen los pasos de su argumentación.
El orden de éstos elementos puede
variar de acuerdo con el género textual, la temática a la que pertenezca, el
estilo del autor y la situación comunicativa particular en la que el texto se
desenvuelve.