viernes, 27 de septiembre de 2013

La invocación final. Walt Whitman

La invocación final
Suavemente, al fin,
Desde los muros de la fortificada ciudadela,
Desde el encierro de trabados cerrojos, desde las
 herméticas puertas custodiadas.
Déjame escapar por el aire.

Deja que callado me deslice,
Destraba con blanda llave los cerrojos, con un susurro
haz que las puertas se abran, oh alma.

Suavemente... ten paciencia,
(Fuerte me ciñes, oh carne mortal,
Fuerte me ciñes, amor)

de "Hojas de hierba". Walt Whitman 



miércoles, 25 de septiembre de 2013

Cada cual, con su quimera



Poema en prosa


CADA CUAL, CON SU QUIMERA

Bajo un amplio cielo gris, en una vasta llanura polvorienta, sin sendas, ni césped, sin un cardo, sin una ortiga, tropecé con muchos hombres que caminaban encorvados.

Llevaba cada cual, a cuestas, una quimera enorme, tan pesada como un saco de harina o de carbón, o la mochila de un soldado de infantería romana.

Pero el monstruoso animal no era un peso inerte; envolvía y oprimía, por el contrario, al hombre, con sus músculos elásticos y poderosos; prendíase con sus dos vastas garras al pecho de su montura, y su cabeza fabulosa dominaba la frente del hombre, como uno de aquellos cascos horribles con que los guerreros antiguos pretendían aumentar el terror de sus enemigos.

Interrogué a uno de aquellos hombres preguntándole adónde iban de aquel modo. Me contestó que ni él ni los demás lo sabían; pero que, sin duda, iban a alguna parte, ya que les impulsaba una necesidad invencible de andar.

Observación curiosa: ninguno de aquellos viajeros parecía irritado contra el furioso animal, colgado de su cuello y pegado a su espalda; hubiérase dicho que lo consideraban como parte de sí mismos. Tantos rostros fatigados y serios, ninguna desesperación mostraban; bajo la capa esplenética del cielo, hundidos los pies en el polvo de un suelo tan desolado como el cielo mismo, caminaban con la faz resignada de los condenados a esperar siempre.

Y el cortejo pasó junto a mí, y se hundió en la atmósfera del horizonte, por el lugar donde la superficie redondeada del planeta se esquiva a la curiosidad del mirar humano.

Me obstiné unos instantes en querer penetrar el misterio; mas pronto la irresistible indiferencia se dejó caer sobre mí, y me quedó más profundamente agobiado que los otros con sus abrumadoras quimeras.
CHARLES BAUDELAIRE

martes, 24 de septiembre de 2013

Trabajo de Estadía para 5to.


Show and Tell.

  • Trae a clase algo que quieras compartir con tus compañeros.  y habla durante 10 minutos sobre ello, delante de toda la clase. Piensa bien qué vas a presentar. :)

lunes, 16 de septiembre de 2013

José Bleger: Conducta

Psicología de la Conducta. José Bleger:
Capítulo II
Conducta 
1. La conducta en psicología
El término conducta o comportamiento ha sido incorporado a la psicología desde otros campos del conocimiento; fue ya anteriormente empleado en la química —y lo sigue siendo aún— para referir o dar cuenta de la actividad de una sustancia, un cuerpo, un átomo, etcétera. Posteriormente, Huxley lo introduce en biología para referirse también a las manifestaciones de la sustancia viva: célula, núcleo, etcétera; y Jennings, en psicología animal. En todos estos campos, el término se refiere al conjunto de fenómenos que son observables o que son factibles de ser detectados, lo cual implica la consigna metodológica de atenerse a los hechos tal cual ellos se dan, con exclusión de toda inferencia animista o vitalista. Se busca, por lo tanto, que su descripción y estudio sean una investigación libre -o lo más libre posible— de adiciones antropomórficas. Esta posición antimetafísica y antivitalista tiende en todas las ciencias a un mayor rigor científico, describiendo y explicando todos los fenómenos en función de los fenómenos mismos, sin tener necesidad de recurrir a potencias o fuerzas ajenas y distintas a los sucesos naturales. En el estudio del ser humano también se aplicó el término a todas las reacciones o manifestaciones exteriores, tratando así de que la investigación psicológica se convirtiera también sistemáticamente en una tarea objetiva, y —por lo tanto- la psicología en una ciencia de la naturaleza.
El término conducta, aplicado a las manifestaciones del individuo, tiene siempre la connotación de estar dejando de lado lo más central o principal del ser humano: los fenómenos propiamente psíquicos o mentales. Estos últimos serían realmente los fenómenos más importantes, dado que originan la conducta; y si estudiamos únicamente esta última, nos estamos ocupando sólo de productos y derivados, pero no del fenómeno central. Etimológicamente la palabra conducta es latina y significa conducida o guiada; es decir, que todas las manifestaciones comprendidas en el término de conducta son acciones conducidas o guiadas por algo que está fuera de las mismas: por la mente. De esta manera, el estudio de la conducta, considerada así, asienta sobre un dualismo o una dicotomía cuerpo mente, sobre la tradición del más puro idealismo, en el que la mente tiene existencia de suyo y es el punto de origen de todas las manifestaciones corporales; según esta perspectiva, el cuerpo es solamente un instrumento o un vehículo del que se vale la mente (alma) para manifestarse. La raíz religiosa de este esquema es fácil de deducir.
En la historia del concepto de conducta en psicología, tiene importancia el artículo de Watson publicado en 1913, que inicia la corriente o escuela llamada Conductismo o Behaviorismo, en el que sostiene que la
psicología científica debe estudiar sólo las manifestaciones externas (motoras, glandulares y verbales); aquellas que pueden ser sometidas a observación y registro riguroso, tanto como a verificación. Ya antes que Watson, Pillsbury había definido la psicología como la ciencia de la conducta y Angelí —integrante de la escuela funcionalista- anticipaba el reemplazo de la mente por la conducta como objeto de la psicología. Posiblemente entre los más importantes, en lo que respecta a la conducta como objeto de la psicología, haya que contar los estudios de P. Janet y los de H. Piéron. Este último formuló desde 1908, una psicología del comportamiento, y P. Janet hizo importantes aportes al tema de la psicología de la conducta, en la que incluía la conciencia, considerada como una conducta particular, como una complicación del acto, que se agrega a las acciones elementales. El mismo autor estudió la evolución de la conducta, describiendo una jerarquía de operaciones, compuesta de cuatro grupos: conducta animal, intelectual elemental, media y superior.
Pero aun con estos anticipos, el behaviorismo de Watson fue una verdadera proclama, consecuente y abierta, de una posición materialista en psicología; lo es, aun considerando todas sus limitaciones mecanicistas y los reparos puestos por diferentes autores a la verdadera paternidad de Watson sobre el concepto de conducta y —entre otros— las objeciones de H. Piéron, para quien el behaviorismo, como psicología específicamente norteamericana, sólo tiene de específico "sus exageraciones frecuentemente pueriles".
Sin entrar en esta polémica de la prioridad sobre el concepto de conducta en psicología, interesa saber que fue Watson el que promovió una de las escuelas que hicieron tambalear, aun más, el edificio de la psicología clásica y que —de distintas maneras y con diferentes valores— aportó elementos que conducen a nuevas posibilidades de la psicología. Tolman dice que, indiscutiblemente, se habló de la psicología como ciencia de la conducta antes de Watson, pero este último transformó la conducta en "ismo".
Watson incluyó en la conducta todos los fenómenos visibles, objetivamente comprobables o factibles de ser sometidos a registro y verificación, v que son siempre respuestas o reacciones del organismo a los estímulos que sobre él actúan. Intentó asentar la psicología sobre el modelo de las ciencias naturales, con una sólida base experimental, y por ello presentó una sistemática oposición a dos postulados fundamentales de la psicología clásica: a la introspección como método científico, y a la conciencia como objeto de la psicología. Sobre esto último, sin embargo, tal como lo sugiere Tilquin, quedan dudas de si la exclusión de la conciencia, por parte de Watson, es de carácter ontológico o metodológico.
Koffka incluye una división tripartita de la conducta, que presenta como muy semejante a la de McDougall; denomina procesos a la suma de movimientos observables, distinguiéndola del comportamiento y de las
vivencias. El comportamiento incluye los procesos que denomina efectivos o reales y para los que se emplean conceptos funcionales, mientras que para los fenómenos o vivencias se utilizan conceptos descriptivos. Explica estos conceptos con ejemplos sencillos. Si se observa un leñador y se determina que el número de leños que parte por minuto va disminuyendo, se está haciendo una observación del comportamiento, es decir, de procesos efectivos o reales; si sobre esta base se determina la
fatiga del leñador, se está describiendo su comportamiento con un concepto funcional. En otro ejemplo similar, una persona desconocida pierde algo en la calle y yo lo recojo y se lo entrego; si al día siguiente vuelvo a encontrarla, esa persona reacciona de otro modo; describo su comportamiento diciendo que me ha reconocido o que me recuerda, utilizando un concepto descriptivo.
Las vivencias o fenómenos están constituidos por los pensamientos u opiniones que cada sujeto puede expresar. El leñador puede decir que está fatigado, y el desconocido de ayer, que me reconoce. Pero puede haber contradicción o una falta de paralelismo entre la descripción funcional de su comportamiento y las vivencias que realmente tienen esos individuos.
La conducta externa y la conducta interna están "no sólo acopladas por fuerza y accidentalmente, sino emparentadas por esencia y unidas objetivamente".
Según Koffka, Thorndike también emplea la palabra conducta de la misma manera o con la misma extensión, es decir, incluyendo el aspecto fenoménico.
Jaspers es otro de los autores que intentó unificar los fenómenos que estudia la psicología, ordenándolos en cuatro grupos, según el grado de perceptibilidad de los mismos; el primero es el de los fenómenos vivenciados; el segundo, el de las funciones o rendimientos objetivos (memoria, inteligencia, trabajo, etcétera); el tercero, el de las manifestaciones corporales concomitantes; y el cuarto, el de las objetividades significativas (expresiones, acciones, obras).
Lagache ha dedicado mucha atención a este tema y define la conducta como la totalidad de las reacciones del organismo en la situación total.
Reconoce en ella:
1) la conducta exterior, manifiesta;
2) la experiencia consciente, tal como ella es accesible en el relato, incluyendo las modificaciones somáticas subjetivas;
3) modificaciones somáticas objetivas, tal como ellas son accesibles a la investigación fisiológica;
4) los productos de la conducta; escritos, dibujos, trabajos, tests, etcétera.
El término conducta se ha convertido así, en la actualidad, en patrimonio común de psicólogos, sociólogos, antropólogos, sin que por este solo empleo se esté filiado en la escuela del behaviorismo; inclusive se ha
convertido en un término que tiene las ventajas de no pertenecer ya a ninguna escuela en especial y de ser lo suficientemente neutral como para constituir o formar parte del lenguaje común a investigadores de distintas
disciplinas, campos o escuelas.
De esta manera, el empleo que vamos a hacer nosotros del término está fuera de los límites de la escuela conductista o de alguna de sus variantes, aunque por otra parte resume y recoge las consecuencias, para la psicología, de la revuelta watsoniana, tanto como las de la Gestalt y el psicoanálisis. Incluimos así bajo el término conducta, todas las manifestaciones del ser humano, cualesquiera sean sus características de presentación, ampliando de esta manera el concepto a sectores mucho más vastos que los que caracterizan al conductismo. Es lo que han hecho, entre otros, Koffka, Janet, Lagache y —entre nosotros— E. Pichón Riviére. Al conjunto de manifestaciones del ser humano que llamamos conducta, está dedicado el presente estudio.
Adoptamos, como punto de partida, las definiciones que da Lagache sobre conducta, como "el conjunto de respuestas significativas por las cuales un ser vivo en situación integra las tensiones que amenazan la
unidad y el equilibrio del organismo"; o como "el conjunto de operaciones (fisiológicas, motrices, verbales, mentales) por las cuales un organismo en situación reduce las tensiones que lo motivan y realiza sus posibilidades".
En el ser humano este conjunto de operaciones tiene una estructura muy compleja que iremos distinguiendo en el curso de nuestra exposición.
2. La conducta como fenómeno central en la psicología
Trabajar en psicología con el concepto de conducta es una especie de retorno a "los hechos mismos", en la medida en que esto es factible en cualquier ciencia; este atenerse a los hechos, tal cual se dan y tal como
existen, permite confrontación de observaciones, verificación de teorías y comprensión unitaria de aportaciones ubicadas en distintos contextos o encuadres teóricos.
Nuestro estudio de la conducta se hace en función de la personalidad y del inseparable contexto social, del cual el ser humano es siempre integrante; estudiamos la conducta en calidad de proceso y no como "cosa",
es decir, dinámicamente. Mowrer y Kluckhohñ enumeran cuatro proposiciones "mínimas esenciales" de una teoría dinámica de la personalidad, a saber:
1. La conducta es funcional. Por funcional se entiende que toda conducta tiene una finalidad: la de resolver tensiones.
2. La conducta implica siempre conflicto o ambivalencia.
3. La conducta sólo puede ser comprendida en función del campo o contexto en el que ella ocurre.
4. Todo organismo vivo tiende a preservar un estado de máxima integración o consistencia interna. Coinciden en estos cuatro puntos el psicoanálisis, la antropología social y la psicología del learning. El psicoanálisis ha demostrado la continuidad entre los fenómenos normales y patológicos de conducta; la antropología social tuvo una gran influencia en esta aceptación de la conducta, como estructura unitaria, al romper la distinción categórica entre sociedades "civilizadas" y "salvajes"; la psicología del learning ha contribuido a integrar nuestra comprensión de los atributos y capacidades, vistos como únicamente "humanos", y las características de conducta manifestadas por el mundo "animal".
Los aportes con que se cuenta en la psicología contemporánea son copiosos y contradictorios. Aquí desarrollamos nuestra perspectiva de que la conducta es la unidad de estudio de toda la psicología y de todas las escuelas; no que lo será, sino que ya lo ha sido. Sean cuales fueren los fundamentos teóricos y los "modelos" de pensamiento empleados, todas las corrientes y todos los campos psicológicos han estado estudiando consciente o inconscientemente la conducta. Esa unidad de la cual todos han partido es multiforme y contradictoria, en constante devenir. Por ello,
1° que intentamos en nuestro estudio presente es una dialéctica de la conducta, de la que las distintas escuelas han tomado sólo fragmentos diferentes y con ello han distorsionado las relaciones reales entre los momentos del proceso dialéctico único.
3. Unidad y pluralidad fenoménica de la conducta
Desde antiguo se reconocen en el ser humano dos tipos distintos de fenómenos, a los que pueden reducirse todas sus manifestaciones. Uno es concreto, aparece en el cuerpo y en actuaciones sobre el mundo externo;
aunque nunca puede existir una acción sobre un objeto sin que concomitantemente ocurra una modificación o movimiento del cuerpo, puede suceder que uno u otro sean, en momentos distintos, le más importante.
Así, consideramos una conducta concreta corporal cuando se trata, por ejemplo, del enrojecimiento o palidez de la cara, mientras que calificamos de conducta concreta en el mundo extremo a, por ejemplo, concurrir a un sitio, conducir un automóvil, aunque para ello se necesite lógicamente de las modificaciones corporales. Otro tipo de conducta incluye todas aquellas manifestaciones que no se dan como acciones materiales y concretas sino de manera simbólica; estas ultimas son los fenómenos reconocidos como mentales.
Estos son los fenómenos de conducta de los que siempre se ha partido en el estudio psicológico. Las diferencias doctrinarias derivan todas, no de la psicología misma, sino de aplicar a la psicología doctrinas científicas e ideologías que toman selectiva y preferentemente sólo algunos de estos fenómenos y los relacionan de una manera dada, o bien olvidan o postergan los fenómenos reales reemplazándolos por abstracciones o entes de los que hacen depender los fenómenos menos reales (alma, espíritu, etcétera);
en esta última forma se procede no ya sólo en el campo religioso o metafísico, sino en el mismo campo científico. Por ejemplo, existen fenómenos que llamamos mentales; de ellos se deriva el concepto abstracto de "mente", que pasa muy pronto a tener independencia y vida propia, de tal manera que el fenómeno concreto está contenido o resulta de un hipotético funcionamiento de una abstracción, instituida en entelequia.
Para nosotros hay fenómenos mentales, pero no hay una "mente"; hay fenómenos y valores espirituales, pero ello no implica que haya un espíritu.
En esta forma, los dos tipos de fenómenos (concretos y simbólicos) dieron lugar a un dualismo sustancial, de la pluralidad fenoménica se hizo una trasposición a un dualismo sustancial. Es como si se describieran, por
ejemplo, el rayo y el trueno no como fenómenos ligados a un mismo suceso, sino dependiente cada uno de ellos de una especial y particular categoría sustancial, entre las cuales se postulan correlaciones muy complejas y discutidas. Este tipo de trasposición idealista procede de la religión (y de la organización social que la sustenta); tiene una línea de evolución que está ligada a la mitología, donde se hacía depender el rayo y el trueno cada uno de un dios particular, y la aparición de los fenómenos se describía no como fenómenos, sino como una lucha entre el dios del rayo y el dios del trueno.
Para nosotros, la pluralidad fenoménica tiene su unidad en el fenómeno de la conducta misma, en el funcionamiento altamente perfeccionado del sistema nervioso central, y en el ser humano considerado siempre como persona en cada una de sus manifestaciones, vinculado en su condición humana al medio social.
Siguiendo a Pichón Riviére, representamos los tres tipos de conducta como tres círculos concéntricos y los enumeramos como uno, dos y tres, que corresponden respectivamente a los fenómenos mentales, corporales y los de actuación en el mundo externo. El mismo autor, estudiando muy detalladamente este esquema y su dinámica en psicología y psicopatologia, ha llamado a estos círculos tes Áreas de la conducta.
Mowrer y Kluckhohn refieren que los psicólogos se hallan polarizados fundamentalmente en dos grupos: los mecanicistas y los finalistas (telelogistas); para los primeros los estímulos producen movimientos y centran
estudio en esta relación, mientras que los finalistas están interesados por estudio de la relación entre los movimientos del cuerpo y los efectos resultantes.
4. Coexistencia y preponderancia de las áreas de la conducta
La conducta siempre implica manifestaciones coexistentes en las tres áreas; es una manifestación unitaria del ser total y no puede, por lo tanto, aparecer ningún fenómeno en ninguna de las tres áreas sin que implique
necesariamente a las otras dos; por lo tanto, las tres áreas son siempre coexistentes. El pensar o imaginar —por ejemplo— (conductas en el área de la mente) no pueden darse sin la coexistencia de manifestaciones en el cuerpo y en el mundo externo y —respectivamente- también a la inversa. ta permanente coexistencia de las tres áreas no excluye el predominio de alguna de ellas en un momento dado, predominio que permite
calificar a la conducta como perteneciente a cada una de las tres áreas.
7. Predominio sucesivo o alternante de las áreas de la conducta
La conducta es una unidad que tiene una triple manifestación fenoménica, en cuanto se da al mismo tiempo en las tres áreas, que son así siempre coexistentes, aunque con un predominio relativo en alguna de ellas, lo que nos permite calificar la conducta como mental, corporal o en el mundo externo. Pero este predominio es relativo, en el sentido de que puede alternar o sucederse con el predominio en otra de las áreas. Se puede, por ejemplo, reaccionar con ansiedad frente a una situación dada (área de la mente); posteriormente, en otro momento, puede ceder totalmente esta manifestación y aparecer en su lugar palpitaciones (área del cuerpo), o bien ser ambas reemplazadas por una conducta inestable en una actividad (área del mundo externo). Esta alternancia puede hacerse en todas las direcciones y tener siempre el mismo significado, es decir, ser una misma reacción (ansiedad) a una situación dada. Pero en esa alternancia o sucesión de las áreas 
puede haber una progresiva modificación del sentido de la conducta: a las manifestaciones en el área uno, puede suceder una conducta en el área tres, que modifica la situación y a su vez modifica, ulteriormente, la conducta en el área uno.
La alternancia del predominio puede significar un proceso estereotipado, como en el caso de que el significado de la conducta sea siempre el mismo, o bien puede ser un proceso dialéctico, como en el caso del pensar y realizar en concordancia; a su vez la realización modifica el pensar, y así sucesivamente.
8. Predominio estable de un área de la conducta
Por otra parte, el predominio de una de las áreas puede ser permanente, en el sentido de que las otras dos están muy poco desarrolladas o no se emplean como áreas de expresión de la conducta. Sobre esta base se puede estructurar o construir una verdadera tipología que, por otra parte, coincide con tipologías o clasificaciones de la personalidad, ya desarrolladas porutores. En todo caso, lo que interesa no es una nueva tipología,señalar nuevamente cómo, con mayor o menor consecuencia, en psicología se ha tomado siempre como un punto de partida la observación y estudio de la conducta.
Las personas clasificadas como esquizoides tienen un predominio estable del área de la mente, en la que se manifiesta toda su conducta en forma preponderante, con escasa o nula intervención de reacciones o manifestaciones corporales, tanto como de actividad o actuación en el mundo externo. Tal vez sería mejor decir que los que presentan esta modalidad de expresión de la conducta han sido clasificados como esquizoides, introvertidos. En contraposición a éstos se hallan los "hombres de acción", en quienes todo transcurre en el área tres, con intervención escasa o nula de las manifestaciones mentales y corporales.
Un tercer tipo está constituido por aquellos en quienes predomina el área corporal: tienen palpitaciones si
tienen miedo, apetito si están contentos, constipación si están frustrados, acidez estomacal si se enojan, etcétera. Constituyen el grupo reconocido como el de las personalidades infantiles.
9. Coincidencia y contradicción de las áreas de la conducta
Hemos visto que en el predominio sucesivo o alternante de las áreas de la conducta, estas manifestaciones pueden ser coincidentes, en cuanto a su significado o sentido, en respuesta a una situación dada; es el ejemplo que hemos dado de la ansiedad, percibida como tal (área 1),reemplazada por palpitaciones (área 2), o por inestabilidad en una tarea (área 3). Este es un tipo de coincidencias cuando el predominio alterna.
Otro tipo de coincidencia se da cuando las manifestaciones de las tres áreas coexisten en forma relativamente equivalente y de tal manera que todas tienen el mismo sentido o constituyen una misma reacción a una situación dada. Es el caso en que se dan al mismo tiempo los tres tipos de reacción del ejemplo antes anotado.
Un fenómeno de gran importancia es el de la contradicción entre las manifestaciones de las distintas áreas de la conducta. Esta contradicción puede ser sucesiva o coexisten te y en ambos casos puede ser en la misma o en diferentes áreas.
La contradicción sucesiva se refiere a que conductas polares, por ejemplo aceptación-rechazo, pueden aparecer sucesivamente como manifestaciones en la misma o en diferentes áreas (sentir el rechazo y después actuar aceptando). La contradicción coexistente en la misma unidad de la conducta en un mismo momento, es un fenómeno de enorme interés para la psicología y la psicopatología, que rompe necesariamente con los cuadros del formalismo lógico y en el cual una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo. Esto sólo
se puede comprender con la introducción del pensamiento dialéctico, que reconoce como real la contradicción en la unidad. Como fenómeno fue descripto y estudiado por Freud, aunque derivando de ello consecuencias teóricas no del todo correctas por falta del instrumento necesario (el pensamiento dialéctico). Freud se esforzó por hacer entrar sus descubrimientos en el cuadro del pensamiento formal, sin reparar en que lo que descubría rebasaba y hacía entrar en crisis, también en la psicología, al pensamiento formal.
Respecto del fenómeno que reseñamos, la duda es un ejemplo de la existencia de manifestaciones contradictorias en una misma área al mismo tiempo; esto puede darse en el área del cuerpo y del mundo externo en forma de vacilación e inseguridad, respectivamente.
La contradicción en distintas áreas ocurre, en un mismo momento, también tanto en condiciones normales como patológicas, cuando por ejemplo se desea concurrir a una entrevista y al mismo tiempo se llega
después de la hora fijada (contradicción entre áreas uno y tres); cuando se desea ser cordial y al mismo tiempo se está tenso (áreas uno y dos), cuando se actúa afectuosamente y al mismo tiempo se está con el cuerpo tenso (áreas tres y dos).
Estas contradicciones entre las manifestaciones en las distintas áreas de la conducta, que se presentan en forma simultánea, corresponden al fenómeno más general de disociación de la conducta o división esquizoide, cuyo grado o magnitud puede ser muy variable.
El carácter contradictorio o conflictivo de la conducta fue estudiado muy detalladamente por Freud y constituye un aporte fundamental de la escuela psicoanalítica, pero Freud, que no mantenía la teoría en el plano de la conducta concreta, se vio llevado a la hipótesis de la existencia de una segunda mente o una parte especial de la mente, que ya no era de carácter consciente, sino inconsciente, y que estaba con la parte consciente en un juego recíproco, de cuyos vaivenes dependía la conducta concreta. Estamos, otra vez, ante el fenómeno del "mentalismo" que antes reseñamos como una de las variantes o modalidades del idealismo en psicología.
Si la disociación o la división esquizoide no se mantiene, ocurre otro fenómeno ya estudiado también atentamente por Freud; el de la conducta como transacción entre ambos términos en conflicto. Una disociación de la conducta (división esquizoide) evita la aparición del conflicto aunque, por supuesto, sin resolverlo, mediante una división y separación de los términos opuestos o antinómicos.
Bibliografía
Bergeron, M. (a, b, c); Foulquié, P., y Delédalle, G., Geach, P., Janet, P. (a, b, c).
jaspers, R.; Koffka, K. (a, b); Lagache, D. (a, c, d, f, g); Mowrer, D.H., y Kluck-hohiij C;
Muenzinger, K.F.; Pichón Riviére, E. (a, b, c); Piéron, H., Postman, L.; Tolm'an, E.;
Schilder, P. (b, c);Schwartz, L.;Tilquin, A.; Watson, J. (a, b);Balint, M.

CARACTERISTICAS DE UNA PERSONALIDAD SANA

domingo, 15 de septiembre de 2013

Personalidad

Sobre el concepto de personalidad
1.       En el campo de la psicología
La comprensión de la condición humana es indispensable para avanzar en el estudio de “modo de ser en el mundo” que va adquiriendo cada persona, y de todas las operaciones y conductas que hacen posible, y constituyen, ese modo de ser en el mundo. De ello se ocupa la psicología:
·         La personalidad humana,
·         Su estructura, y su proceso de construcción, de “personalización”,
·         Que, a su vez, permite comprender sus diferentes dimensiones operativas: modos de conocer,
·         Modos de reacción y acción afectivas,
·         Modos de reacción y acción operativas,
·         Y modos de relación y compromiso en la determinación y realización de su propio sentido de vida.

Podríamos decir todo esto de forma más simple:
La psicología estudia la estructura de la personalidad humana y todas sus manifestaciones o conductas en la búsqueda de su propia comprensión y realización.


2.     El concepto de personalidad
Vale destacar, aunque sea obvio, que nunca aplicamos este concepto al referirnos a otros seres vivientes que no sean seres humanos. Y cuando lo hacemos, tenemos claro que es sólo en forma extensiva, impropia, y sólo en razón de una cierta analogía o semejanza externa con manifestaciones humanas. Esto es así, por el hecho de que “personalidad” hace referencia a “persona”, y por lo tanto, es una propiedad exclusiva de esta.
A su vez, es necesario reconocer que el concepto de persona no es propiamente un contenido estudiado por la psicología, sino por la filosofía que trata de conocer el ser de cada realidad, y el último sentido de todo; o, mas específicamente, de la antropología.
Lo que nos ocupa en psicología es propiamente la “personalidad”, o sea, la forma y los modos en que se manifiesta y se realiza la persona en el mundo.
2.1. Algunos enfoques insuficientes para la psicología
Algunos usos del término personalidad tienen el riesgo de confundir nuestro estudio por referirse a ciertos aspectos parciales y limitados.
Así por ejemplo:
·         Cuando un aviso comercial dice: “tenga personalidad: use tal prenda de vestir”, “o tal perfume”, o “tal zapatilla”, etc.
·         Cuando alguien no es agresivo en determinadas situaciones y se dice: “fulano no tiene personalidad”.
·         O ante el prestigio y popularidad de alguien hablamos de “la enorme personalidad que tiene”.
La personalidad, en el sentido de la ciencia psicológica que estamos estudiando, no se reduce a “prestigio”, “apariencia”, “fuerza”, etc. Es algo mucho más profundo, más rico en contenidos y en potencialidad ante la realidad en que se desenvuelve.
2.2. Hacia una definición
En la personalidad confluyen al menos los siguientes “factores”:
a)      Lo constitucional, desde el punto de vista orgánico, que a su vez incluye:
·         Lo hereditario, propiamente dicho (genético),
·         Lo congénito: vinculado a la gestación y al nacimiento.
b)      Lo ambiental “formativo”, - desde el punto de vista educativo, propiamente dicho. En esta categoría ubicamos, como corresponde, las condiciones socio-económicas.
·         Y lo ambiental en cuanto aspecto físico: clima, paisaje, altura sobre el nivel del mar, topografía, etc.
c)       Lo opcional y creacional de cada persona. puesto que la condición humana conlleva la capacidad y la exigencia de no ser sujeto “pasivo”, de simple adaptación mecánica al medio, sino sujeto “activo”, como proyecto “abierto” que es. Cada uno de nosotros tiene una dimensión de responsabilidad personal en la conformación progresiva de su personalidad. A medida que un ser autoconsciente y libre avanza en una dirección, o en otra, prepara el camino para nuevos pasos en una dirección o en otra. Avanza hacia una auténtica realización que lo hace mejor persona o no. Hacia tal tipo de personalidad o hacia otro.
2.3. Tres conceptos aclaratorios
Tradicionalmente se ha hecho una distinción entre:
·         El temperamento de una persona,
·         Su carácter,
·         Y su personalidad.
Temperamento*: es el modo absolutamente espontáneo de reacción que se deriva de su constitución orgánica. Así, por ejemplo su velocidad de reacción a los estímulos, su modo y nivel emotivo, su resistencia, etc.
Carácter: es aquello que la educación y otros factores formativos han moldeado sobre la base de ese temperamento. Desde este punto de vista, podemos esperar distintas actitudes de personas que básicamente se asemejan en temperamento, pero que se han educado de forma diferente en su proceso formativo. Se puede llegar a poseer un carácter apacible a partir de un temperamento fogoso.
Personalidad: es la integración de todo lo anterior en el proyecto de vida, explícito o implícito, de la persona. Supone la visión personal de la realidad, la elección de determinados “valores”    que le dan “sentido”, y que alimentan la necesaria “autoestima”, y  la adhesión existencial a ese proyecto de vida.
Como se apreciará, si se reflexiona, estamos mostrando que no se trata de suma de partes separadas, ni de yuxtaposición, sino de “integración en niveles superiores de organización y capacidad existencial”.
Estamos mostrando al ser humano como una totalidad que integra todos los niveles de organización: desde la materia, a lo biológico, a lo sensible-animal, hasta la autoconsciencia y la libertad de su específica condición espiritual y trascendente.
2.4. La definición de personalidad
En la historia de la psicología se han formulado muchas definiciones de este concepto indispensable. Se las suele agrupar entre:
·         Las que responden a un criterio de sumatoria de partes,
·         Las que responden a un criterio de ajuste al medio,
·         Las que destacan el aspecto distintivo de cada una,
·        Y las que logran una plena integración. Entre estas queremos citar la de Gordon Allport, por considerarla particularmente completa. Dice Allport:“La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de aquellos sistemas psicofísicos que determinan sus ajustes únicos a su ambiente”.

 Destacando la coincidencia con Allport, expondremos brevemente nuestra definición:“La personalidad es la resultante orgánica, única y dinámica, del proceso de diferenciación – integración de cada persona en el mundo”.
     La resultante orgánica: no una simple sumatoria. Todo está integrado en una unidad de sentido y operatividad.
·         Única: porque cada ser humano es absolutamente irrepetible. No hay dos personalidades iguales, como no hay dos planos genéticos iguales.
·         Dinámica: por su capacidad de vivir e integrar cada nueva experiencia y posibilidad. Por lo contrario, la falta de este dinamismo indica una carencia, y deterioro de la personalidad. Esto es lo que nos hace decir que la vida siempre es hacia adelante.
·         Del proceso de diferenciación- integración: proceso: que es una continuidad desde la gestación. Nada es el simple producto de un instante. Por eso somos educables y por eso iremos señalando que uno se construye día a día y que ser libre es ir siendo libre. Ir haciéndose libre. De diferenciación: cada ser humano debe vivir esta diferenciación en su interior y en su vida de relación. Interiormente necesita reconocer cada experiencia, cada sentimiento y cada pulsión. Lo necesita para lograr una buena información de sí mismo, básica para la adecuación de sus conductas en el medio. Y en su vida de relación, por cuanto necesita saberse a sí mismo en sus diferencias con todo “lo otro”, y con “todos los otros”. Sólo así puede elaborar su propia “identidad”. Integración: por cuanto nada de lo bien percibido puede quedar aislado o separado de esa totalidad que es, pero que es en relación necesariamente. Así es como cada persona puede formular (consciente o inconscientemente) su proyecto de vida, ordenando toda la información en orden a un sentido y gobernando coherentemente sus conductas.
·         De cada persona: es absolutamente obvio que sólo se puede hablar de personalidad en quien es persona, y nunca en los demás seres. La personalidad es propio de los seres que viven a partir de algún sentido de trascendencia, como “proyectos abiertos”.
·         En el mundo: porque quien se marginara absolutamente de toda la realidad, no solo no podría construirse, sino que simplemente no podría existir. Por esto es que quien no acepta la realidad, permanece, en un estadio infantil y la reemplaza por fantasías que le impiden su propia maduración y el indispensable ajuste creativo.

*Los cuatro temperamentos del ser humano son: Sanguíneo, Colérico, Melancólico y Flemático.
Temperamento Sanguíneo:

Los sanguíneos son gente vivaz, alegre, de esos que les encanta ser los reyes de la fiesta. Tienen un sistema nervioso rápido que se caracteriza por la alta sensibilidad, y suelen ser personas muy extrovertidas.

A este tipo de personas les encanta la gente y no les gusta la soledad. Su forma de ser los hace aparentar una mayor seguridad de la que en realidad tienen, y suelen tomar decisiones basadas en los sentimientos más que en la reflexión.

Algunos defectos de los sanguíneos, es que suelen ser gente indisciplinada y tienen la voluntad débil, lo cual puede ocasionar que sean vistos como gente de poca confianza, por ejemplo, en un empleo o a la hora de desempeñarse en la escuela. También son muy desorganizados y siempre suelen estar en movimiento, nunca voltean hacia atrás y raras veces miran hacia adelante (ellos buscan vivir el momento).

Temperamento Colérico:


La persona de temperamento colérico tiene un sistema nervioso rápido y desequilibrado. Es rápido, y muy activo en sus decisiones. Este tipo de gente se caracteriza por ser muy independiente. Es extrovertido aunque no tanto como las personas con temperamento sanguíneo.

El colérico se siente a gusto con las actividades. De hecho siempre tiene que tener la mente ocupada y estar haciendo algo. Adopta posiciones definidas frente a las cuestiones, y se le puede ver organizando marchas contra la injusticia social.

Al colérico no le disgustan las adversidades, por el contrario, tienden a alentarlo. Es determinado y no se rinde ante cualquier obstáculo, el sigue adelante. Demuestra poco aprecio por la música y el arte, y prefiere los valores utilitarios y productivos de la vida.

Toda profesión que requiera liderazgo, motivación y productividad son ideales para él.

También tiene sus debilidades. El colérico puede ser profundamente hostil. Su explosividad puede ser muy peligrosa. También suelen ser más insensibles ante los problemas de los demás, no le gustan las lágrimas. Es cruel, cortante y sarcástico.


Temperamento Melancólico:

El melancólico tiene un sistema nervioso débil y una muy alta sensibilidad. Es muy sensible emocionalmente y es introvertido (aunque puede comportarse de manera extrovertida). Se dice que es el temperamento más rico de todos, y generalmente suele tener un nivel de inteligencia más alto que los demás temperamentos. Nadie más disfruta del arte que el melancólico y además es muy perfeccionista.

El melancólico es analítico, puede adquirir toda una variedad de talentos. El melancólico es muy fiel y por lo tanto muy buen amigo, pero no consigue amigos con facilidad, más bien espera que vengan a él.
El melancólico es muy crítico, es autodisciplinado, y le gusta entregarse al sacrificio personal.

Toda vocación que requiera talento y creatividad es apta para el melancólico, como filosofía, la ciencia, la música, el arte, etc.…
Las debilidades del melancólico es que suele ser muy depresivo. Suele ser más pesimista que la persona promedio, y es raro que una persona melancólica inicie un nuevo proyecto por sí mismo. Es egocéntrico, tiende a compararse con los demás, tiende a ser rencoroso. Tiene cambios de ánimo más marcados, en algún momento puede sentirse casi como un sanguíneo, y en otro momento puede sentirse en una depresión total. También suele ser rígido e intransigente.
Así como la mayoría de los genios y de los artistas suelen ser melancólicos, también pueden convertirse en seres peligrosos (en caso de que no logren educar sus impulsos) además de que las personas que constituyen este temperamento tienen una expectativa de vida menor que los demás.

Temperamento Flemático:

El flemático tiene un sistema nervioso lento y equilibrado. Es tranquilo, nunca pierde la compostura y nunca se enfada; por lo cual suele ser el temperamento más agradable de todos. Suele ser una persona muy apática, sin muchas dotes de liderazgo (aunque eso no significa que no lo pueda ser).

El flemático evita comprometerse lo más posible, parece no alterarse nunca, y bajo su personalidad, suele experimentar más emociones que las que demuestra a los demás. No le faltan amigos porque le gustan las personas, tienen un sentido del humor natural y posee una capacidad especial para descubrir el lado humorístico de los demás.

Es de buen corazón y compasivo, aunque rara vez demuestra sus sentimientos. Procura no involucrarse mucho con las actividades de los demás, pero cuando lo hace, lo puede llegar a hacer con un grado alto de eficacia.

Los flemáticos pueden ser buenos ingenieros, matemáticos, docentes, dibujantes. Le atraen los cargos en la administración pública, en funciones de gobierno y otros semejantes.

Las debilidades del flemático es que suele ser lento y ocioso, le falta empuje y ambición. Suele escudarse del dolor, y también puede ser sensible, aunque no tanto como el melancólico. Suele ser muy avaro en la cuestión del dinero. Es muy terco, pero suele pasar su terquedad más desapercibida que otros temperamentos, y también suele ser indeciso y temeroso.

Detalles que debemos considerar
Si bien, el temperamento es innato a la persona, no quiere decir que este no se pueda educar. Por ejemplo, el colérico puede educar sus arranques de ira para que no sean tan violentos, y el depresivo puede educar sus crisis depresivas.

Ningún temperamento es más ventajoso que otro, todos los temperamentos tienen sus virtudes y sus defectos. Dependerá de como la persona maneje su temperamento para que pueda sacar provecho de él.

Las personas no tienen un solo temperamento. Más bien se puede decir que tienen un temperamento predominante. Pero puede haber mezclas de temperamentos en las demás personas, por ejemplo: flemático-colérico, o colérico-melancólico.

Bibliografía consultada:
-          Labaké,                Julio César, “Introducción a la Psicología”  cap. 3. Bonum