jueves, 22 de mayo de 2014

Planteamiento Ético de Friedrich Nietzsche
Nietzsche (1844-1900) propone una ética basada en la autorrealización. Desde este punto de vista su ética es material pragmática. Nietzsche asume la ética como vía para lograr la felicidad con la transformación del individuo, la cual engendra un nuevo ser; dentro del marco de las relaciones. En este sentido su ética es parecida a la del mundo griego, en el sentido de los actos en el mundo público; sin embargo, difiere de la misma en el método a seguir.
En el desarrollo de su ética destacan dos momentos, a saber:
- La Crítica de La Moral.
- El Nihilismo.
Para el autor el concepto asumido hasta el momento de moral no es más que una mentira engendrado en el corazón de la sociedad. En su obra “Genealogía de La Moral” (1887) Nietzsche pretende desenmascarar la moral; critica las posturas moralistas de la mayoría de los filósofos que lo precedieron, haciendo especial énfasis en Sócrates (470-399 antes J.C.), Platón (428-347 antes de J.C.) e Immanuel Kant (1724-1804). En esta obra enfoca la moral desde un punto de vista etimológico, desde este enfoque busca las raíces de las palabra “bueno” y “malo” y señala la tergiversación que los términos han tenido en la sociedad. Para él bueno significa noble, dominador, aristócrata; malo es ser débil, simple, vulgar, plebeyo, sometido; por lo tanto todo lo inferior.
En tal sentido, critica al judaísmo y al cristianismo, religión derivada de la primera; pensamientos diseñados por los judíos que a su entender a preñado la cultura occidental, tergiversando los valores; haciendo creer que la inferioridad es premiada por Dios. El reino de los cielos es la recompensa para los incapaces que se esconden tras conceptos como bondad, igualdad, humildad, piedad, perdón y caridad. Ya que estos son valores de los esclavos. Moral de los oprimidos que al despreciar la vida inventan un reino ultraterrestre, que en él se les regalará lo que son incapaces de alcanzar en el mundo. De esta forma, el reino de los cielos es la recompensa al conformismo y la bestialidad vestida de hipocresía.
En este punto, es menester destacar que la moral del rebaño es hipócrita, pues el rebaño sabe que es incapaz de encarnar los valores cristianos; ser bondadoso, humilde, casto; por lo tanto, pretender ser puro, es un absurdo.
Nietzsche en su obra “El Anticristo” (1888) afirma: “El cristianismo ha tomado, partido por todo lo débil, bajo malogrado, ha hecho un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte; ha corrompido la razón incluso de las naturalezas dotadas de máxima fortaleza espiritual al enseñar a sentir como pecaminosos, como descargadores, como tentación, los valores supremos de la espiritualidad”.
El pensador afirma que los únicos valores cónsonos con la evolución de los pueblos están contenidos en la moral de los señores; esta moral esgrime la fuerza, el poder creativo, la dominancia. El dominador ama a la vida, es duro para si y para los demás; desprecia los valores del rebaño: la debilidad, la cobardía, el miedo, la humildad y la mentira.
Es deber del hombre fuerte romper los valores de la jauría, las antiguas tablas, y hacer que surjan los nuevos valores, que indudablemente traerán la felicidad y bienestar para los aptos, los dominantes. Estas ideas son mostradas en una de sus obras capitales, “Así Hablo Zaratustra” (1883).
En esta nueva tabla de valores, la: Objetividad es sustituida por Personalidad creadora, Bondad es sustituida por Virtud Humildad es sustituida por Orgullo Satisfacción es sustituida por Riesgo Piedad es sustituida por Crueldad Amor al Prójimo es sustituido por Amor a lo Lejano.
En lugar de los valores morales aparecen los valores naturales. En lugar de la metafísica y la religión se impone la idea del eterno retorno.
Independientemente de lo que se piense, de la concepción de la vida tras las experiencias, es indudable que el viejo precepto el cual afirma que “nuestro derecho termina donde inicia el del otro” es real. Por lo tanto, si alguien asume los valores y concepciones de Nietzsche y su época como ciertos, es irrefutable que en para lograr el bienestar individual y común la crueldad es una adversidad, el orgullo puede degenerar en arrogancia, la falta de amor al prójimo degenera en insensibilidad social; sin embargo, el deseo de superación, la crítica a sí mismo y al extraño, la personalidad creadora, son valores, a nuestro entender, positivas para el individuo y el colectivo. En este sentido, Nietzsche se granjea la crítica de no pocos pensadores, quienes rescatan lo loable de su pensamiento y señalan aquello que puede llevar a la despersonalización.
En realidad, todo extremismo, todo fanatismo degenera en mal social. Pues, el cristianismo, simiente de la valoración máxima del espíritu (insistimos, a nuestro entender), al ser llevado su pensamiento a la praxis extremista ha engendrado persecución y muertes injustificadas. Recordemos La Santa Inquisición.
Para Nietzsche la sociedad domestica al hombre haciéndolo parte del rebaño, la sociedad está compuesta de seres alienados que alienan. Solo el hombre libre es propietario de una voluntad larga e inquebrantable, solo a él le es licito prometer; siendo esta una medida de valor apropiada para medir la voluntad del hombre.
Es importante destacar que en la época vivida por Nietzsche, el cristianismo, encarnado en el catolicismo había sufrido un gran número de críticas surgidas desde puntos de vistas adversos a posturas rígidas de la Iglesia. Además, habían surgido el evolucionismo como explicación al surgimiento y evolución de la vida en el planeta, concepción que justificadamente se opone a la concepción bíblica aceptada sin refutación hasta el momento. Desde finales de del siglo XIX el creacionismo había experimentado cuestionamientos a raíz de diversas publicaciones de diversos naturalistas; sin embargo, tras la publicación del “Origen de las Especies” (1859) por Chales Darwin (1809-1882), las criticas al creacionismo se habían acentuado. Por otro lado, el pueblo alemán mostraba cada vez mayor inconformidad por las restricciones hechas a la comercialización de sus productos a nivel internacional, logrando comprimir su economía. Dentro de este marco Nietzsche piensa y escribe; su concepción indudablemente es reflejo de su época.
A lo ya señalado, hemos de sumar una creciente presencia de lo democrático, la que se muestra como la afirmación de una individualidad independiente de Dios y acreedora de la igualdad, de la medianía. La democracia, aparece a los ojos de Nietzsche como un momento del despliegue del nihilismo igualmente negador de la vida que los que la antecedieron. Ambas manifestaciones del nihilismo se muestran a Nietzsche como negaciones de la vida en la medida en que niegan u olvidan dimensiones de ella que a su vista aparecen como constitutivas de ella, como inalienables a lo que a él se le aparece como vida. Estas dimensiones negadas de la vida se muestran en ámbitos tan determinantes como el constante darse del devenir y las diferencias entre los hombres.
Nietzsche escribe en forma de aforismo, por lo tanto su obra se presta a diversas interpretaciones. En la obra “Mi Lucha” (1925) de Adolf Hitler (1889-1945) se reconocen ciertas ideas nietzscheanas como la supremacía del pueblo alemán, la oposición franca al judaísmo y la concepción de desigualdad entre los seres. No se trata de que Hitler sea o no nietzscheano, se trata del pensamiento del pueblo alemán; pues como hemos mencionado Nietzsche retrata fielmente su época. Tras la lectura de Hitler a sabiendas de los resultados del Holocausto, las lecturas de Nietzsche pueden resultar odiosas, mas el pensador queda absuelto de estas atrocidades pues murió casi cuatro décadas antes del genocidio contra los judíos. En la misma línea de pensamiento Nietzsche comparte ideas con el músico y amigo Wagner (1835-1917) –amistad distanciada por Nietzsche-, siendo también un sinsentido relacionar a Wagner con el Holocausto. Sin embargo, es pertinente destacar que la radicalidad sin razonamiento llevada a la práctica puede engendrar la barbarie.
Para Nietzsche los seres humanos no son iguales, cada individuo es diferente a otro; por lo tanto, muchos necesitan ser esclavos, quienes jamás llegaran a comprender el pensamiento de los seres superiores, de los aristocráticos. Solo algunos pueden llegar a ser seres superiores; quienes son los aptos, los fuertes, llamados a dominar, desdeñar y burlarse de los inferiores. Nietzsche, al igual que Hegel (1770-1831), es eurocéntrico, está convencido que los seres llamados a dominar el mundo viven al norte de Europa, especialmente el pueblo alemán, descendiente del pueblo ario, del verdadero hombre; pues para esta concepción el origen del alemán no esta en África, como es el caso del resto del mundo. El pueblo alemán es victima de la envidia de los otros pueblos. Esta concepción refleja el pensar de su pueblo, simiente de odios capitales que engendraron las ideologías con las cuales los alemanes justificaron su participación en las dos guerras mundiales.
Luego de la critica hecha por Nietzsche a la moral hasta ese momento esgrimida, propone el nihilismo como alternativa. Aquí el pensador se refiere al proceso histórico que emerge tras el reconocimiento del máximo valor y termina en la asunción y reconocimiento de múltiples cosas valoradas al volverse inoperante lo que antes era asumido como cierto. El nihilismo surge al reconocer la ausencia de una única medida; y, la toma en cuenta que múltiples medidas pueden aparecer como validas.
Es desde el nihilismo que Nietzsche afirma que Dios a muerto. Tras esta afirmación se acepta la vida y la nada, el modo de vivir mas allá del bien y del mal. Nietzsche es meramente existencialista, tras la muerte de Dios queda el hombre sobre la tierra, su sacrificio, su vida y lucha. Este pensamiento indudablemente tendrá una influencia notoria en la filosofía existencialista del siglo XX Influyó en las corrientes  
existencialistas,  fenomenológicospostestructuralistas y postmodernos. Es considerado uno de los tres «Maestros de la sospecha» (según la conocida expresión de Paul Ricoeur (1913-2005), junto a Karl Marx (1818-1883) y Sigmund Freud (1856-1939). Influyendo a pensadores como Camus (1913-1960), Sartre (1905-1980), Heidegger (1889-1976), Simone de Beauvoir (1908-1986), entre otros.
Las nuevas tablas de valores propuestas, no son un sinsentido, en lugar de estar condenadas al fracaso o limitadas por el evento biológico de la muerte, es la salvación dentro del mecanismo del universo. Pues, para Nietzsche en el mundo opera la ley del Eterno Retorno, según la misma estamos repitiendo las mismas circunstancias una y otra vez; las cosas, las situaciones, las relaciones, se repiten sin cesar. El rebaño repite su estupidez, su enclenques, su incapacidad una y otra vez; rumiando, destruyendo, nada mas. En caso contrario, el dominante llamado el superhombre, es un ser conciente que vive completamente libre, al margen de las cadenas de la moral y la religión.
Es clave en el pensamiento de Nietzsche la ley del Eterno Retorno, teoría esgrimida por el autor tras encontrar el esbozo de la idea en los trabajos de Heinrich Heine(1797-1856), quien especulaba que llegaría el día en el que la persona volvería a nacer con el mismo proceso de él mismo, y con él mismo en todas las demás personas. También, el autor fue influenciado por
Schopenhauer (1788- 1860) quien sentenciaba que una persona que firmara en la vida incondicionalmente lo haría incluso si todo lo que le había pasado le ocurriera de nuevo de forma repetida. Nietzsche propuso por primera vez esta ley en “La Gaya Ciencia” (1882) y desarrolló en “Así habló Zaratustra”. Con esta ley se pretende eliminar a la muerte como caducidad irreducible a la lucha del hombre en la vida. Ya no se nos promete un reino en los cielos, una inmortalidad en un supramundo, se nos otorga la inmortalidad en este mundo. Pues caso contrario, todo el esfuerzo hecho estaría de limitado por el hecho de dejar de vivir. Nietzsche se niega a la muerte, es capaz de renunciar a la mayoría de los preceptos religiosos, pero es incapaz de aceptar la muerte como hecho natural, como la última barrera; como el límite que el superhombre no puede superar.
En el constante devenir, la voluntad de poder es el requisito necesario para transmutar la sumisión a la voluntad divina, a la fuerza, el dinamismo natural en el cuerpo. La vida es escenario para desarrollar La Voluntad de Poder. Esta voluntad, que ofrece, carácter ahistóricos, negación de toda la cultura alemana hasta la época y sobre todo, junto con la idea hegeliana que lo real esta en lo racional.
De esta forma el superhombre se impone y doblega al mundo, al universo. Superhombre dotado de la virtud que tiene simiente en la pasión, de los instintos que nos hace humanos. El superhombre se ha creado a través del flujo de su fuerza e impulso. Este hombre superior no sufre la pena de negar lo que es, no reprime sus pasiones e instintos; es la encarnación del ideal, lo que le da sentido al mundo, ser superior en la escala evolutiva. No sufre de la impotencia e hipocresía del cristiano.
La vida es progreso que acontece y repite. El superhombre acepta, asume su dolor, su fragilidad, el llanto; se fortalece superando las dificultades. El superhombre, al igual que los niños, juega con la vida, haciendo de ella un jardín para crear; haciéndose útil, redimiéndose, justificándose ante la naturaleza. En este punto, recordemos los que Sartre afirmara años después: “No es lo que el mundo nos ha dado, es lo que hacemos con lo que nos da”.
Otro aspecto importante en el pensamiento de Nietzsche es la concepción sobre las mujeres, la cual provocado una gran polémica. El hecho de que Nietzsche también ridiculizara a los hombres y a la masculinidad no le salva de la carga del sexismo. Sin embargo, las mujeres con las que tuvo contacto dijeron que era admirable y que trataba sus ideas y consideraciones con más respeto del esperado en un hombre educado en ese período. Muchos comentarios de Nietzsche sobre las mujeres y los hombres deberían ser leídos a la luz de su reevaluación de la moral y de su deseo de evolución del individualismo. Además, algunas de sus afirmaciones sobre las mujeres parecían prefigurar la crítica del post-feminismo contra las versiones primerizas del feminismo, particularmente aquellas que afirman que el feminismo ortodoxo discrimina a las propias mujeres en función de su posición social privilegiada. La visión de Nietzsche de la mujer se centra en su papel de madre en potencia, y no se extiende mucho más allá. Nietzsche emplazaba a la creación de cosas más grandes que uno mismo como la principal tarea de la vida del ser humano, esta visión debía simpatizar consecuentemente con el embarazo femenino.
Nietzsche resalta el valor de la mujer, no siendo ésta tan débil como aparenta y generalmente el hombre supone. De hecho, Nietzsche creía en las diferencias radicales en la esencia de los géneros como algo positivo. Ambos serían capaces de contribuir, cada uno a su modo, a las grandes tareas humanas, en función de sus respectivas condiciones sexuales, físicas y psicológicas.
La ética de Nietzsche supedita la ética tradicional a la estética. Entendiéndose la estética como valoración para transformar la vida en hechos bellos y útiles; por lo tanto, es menester afirmar que la ética de Nietzsche es pragmática. Afirma la virtud en un sentido ético del renacimiento italiano. Su ética, en clara oposición a la socrática y platónica, libera.




domingo, 18 de mayo de 2014

EyDP: Trabajo Práctico N°3

Umberto Eco.
Trabajo Práctico N°3:
Modalidad: escrito, en grupos de 2 o 3 integrantes.
Fecha de entrega: 23. 05. 14
Actividad:
El Arzobispo Carlos María Martini interpela a Umberto Eco de la siguiente manera:
[...] Es obvio que la invocación de la dignidad humana es un principio que funda un común sentir y obrar: no usar nunca a los demás como instrumento, respetar en cualquier caso y constantemente su inviolabilidad, considerar siempre a toda persona como realidad indisponible e intangible. Pero aquí también llega un
momento en que uno se pregunta cuál es la justificación última de estos principios. ¿Qué cimienta, en efecto, la dignidad humana si no el hecho de que todos los seres humanos están abiertos hacia algo más elevado y más grande que ellos mismos?[...]
Teniendo en cuenta este planteo y la consecuente respuesta de U. Eco, citada en la biografía de la cátedra, elaborar un escrito donde se exprese:

  1. ¿Cuál es el tema en cuestión?
  2. ¿Qué postura asume el Arzobispo acerca del mismo?
  3. Reconocer la posición de U. Eco, al respecto. ¿Cuál es su idea principal?
  4. Identificar los argumentos que utiliza U. Eco para sostener su postura. ¿Usa contra argumentos, cuáles?.
  5. ¿Qué propone Eco a su interlocutor?
Biografía de Umberto Eco:
Nació el 5 de enero de 1932 en Alessandria, Piamonte
Tras estudiar en la universidad de Turín, (doctorado con la tesis El Problema Estético de Santo Tomás), trabajó para la RAI (Radio Audizione Italiana) desde 1954 hasta 1959, y fue profesor de Estética entre 1956 y 1964. Algún tiempo después, ejerció en la Universidad de Milán durante dos años, antes de convertirse en profesor de Comunicación visual en Florencia en 1966. Fue por entonces cuando publicó sus estudios Obra Abierta (1962) y La estructura ausente (1968). Entre 1969 y 1971 dio clases en la Universidad Politécnica de Milán y en 1971, pasó a ser profesor de Semiótica en Bolonia. 
Su primer trabajo propiamente de semiótica fue La Estructura Ausente, aparecido en 1968, que precedió a su libro más completo sobre el tema, Tratado de Semiótica General (1975). Se hizo popular con dos novelas, El nombre de la rosa (1981) historia detectivesca que se desarrolla en un monasterio en el año 1327, y El péndulo de Foucault (1988), fantasía acerca de una conspiración secreta de sabios. Su obra maestra, El nombre de la Rosa fue adaptada para el cine (1986) por el director francés Jean-Jacques Annaud
En 2004 publica La misteriosa llama de la Reina Loana, y en 2010 El cementerio de Praga, sobre un falsificador con doble personalidad contratado por servicios secretos de varios países europeos. Este se desenvuelve en un medio altamente antisemita y como obra cumbre de la conspiración resulta ser el autor de los conocidos Protocolos de los sabios de Sion
En febrero de 2000 creó en Bolonia la Escuela Superior de Estudios Humanísticos. La 'Superescuela', como se la conoce en Italia, iniciativa académica sólo para licenciados de altísimo nivel destinada a difundir la cultura universal. También es secretario (y fundador desde 1969) de la Asociación Internacional de Semiótica
Doctor honoris causa por 25 universidades de todo el mundo, entre ellas, la Complutense (1990), la de Tel Aviv (1994), la de Atenas (1995), la de Varsovia (1996), la de Castilla-La Mancha (1997) y la Universidad Libre de Berlín (1998). Posee numerosos premios y condecoraciones, como la Legión de Honor de Franciay el Premio Príncipe de Asturias en el año 2000. 

martes, 13 de mayo de 2014

EyDP. Trabajo N°2

Ética y Deontología Profesional                    
 Trabajo Práctico N°2
Para trabajar con las dos publicaciones del 5 de mayo: fragmento de La República y El mito del carro alado

  1.        ¿Qué relación hay entre el fragmento de La República y el mito del carro alado?
  2.    ¿Por qué Platón pone en relación el alma y el estado? ¿en qué coinciden?
  3.    ¿Qué relación hay entre la virtud y la felicidad según Platón?

lunes, 5 de mayo de 2014

Platón: fragmento de La Republica

"Como, según lo dicho, el alma de cada uno, al igual que la ciudad, se divide en tres partes, nuestra demostración, a mi parecer, recibe una segunda prueba [...]. Hay una parte con la que el ser humano conoce: otra con la que se encoleriza, y una tercera, la que por su variedad, no le fue posible encontrar un nombre adecuado [...]. La denominaremos la parte concupiscible. Este nombre respondía a la violencia de sus deseos, tanto al entregarse a la comida y a la bebida, como a los placeres eróticos y a todos los demás que de éstos se siguen [...]. Hablemos de la parte irascible; ¿no decimos que arrastra siempre y enteramente a la dominación, a la victoria y al deseo de gloria? En cuanto a la parte que conoce, resulta claro para todos que tiende siempre y por completo a conocer la verdad, donde quiera que se encuentre. Por tanto, amigo mío, parece que ya encontramos en qué consiste la justicia. No es otra cosa que hacer cada uno lo suyo".

Platón: Mito del carro alado. Fedro

Mito del Carro Alado

Alegoría que utiliza Platón para describir las partes del alma y el afán humano por el conocimiento y el ser.
      En el diálogo “Fedro” Platón trata la cuestión del la esencia y partes del alma. Comienza señalando que parece más adecuada, dada la dificultad del tema, la exposición alegórica que la investigación racional e inmediatamente nos presenta el mito del carro alado. Veamos un resumen literal del mismo: el alma es como una fuerza natural que mantienen unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos; los de los hombres no. En nuestro caso, el auriga guía una pareja de caballos, uno hermoso y bueno, otro feo y malo, por lo que para nosotros la conducción resultará dura y difícil.
      El alma tiene como tarea el cuidado de lo que es inanimado y recorre todo el cielo. Cuando es perfecta vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio la que ha perdido las alas es arrastrada hasta que se apodera de algo sólido donde se establece tomando un cuerpo terrestre. A causa de la fuerza del alma, este cuerpo parece moverse a sí mismo y ambos ―cuerpo y alma― reciben el nombre de ser viviente.
      La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose hacia el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino es hermoso, sabio y bueno y esto es lo que más alimenta y hace crecer las alas; en cambio lo vergonzoso, lo malo y todas las demás cosas contrarias a aquellas las consume y las hace perecer. Dirigidas por Zeus, las almas de los dioses y las de los hombres marchan por el cielo ordenando y cuidando todo. Después de realizar su tarea van a buscar su alimento hacia el mundo supraceleste, hacia la realidad que se encuentra más allá de la bóveda del cielo. En ese lugar se halla la Justicia, la esencia cuyo ser es realmente ser, el ser incoloro, intangible, cuya esencia es sólo vista por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero Saber, pero no la ciencia de lo que nace y muere, de lo relativo, sino la ciencia de lo que es verdaderamente ser.
      Las almas de los dioses, dado que son conducidas por dos caballos buenos y dóciles, ascienden sin problemas. La mente de los dioses se nutre de un saber y entender puro por lo que al ver lo que allí se encuentra, se alimenta, se llena de contento y descansa hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelve a su sitio. Las almas de los hombres suben con dificultad pues el caballo que tiene mala constitución es pesado e inclina y fatiga al auriga que no lo ha alimentado convenientemente. Así se encuentra el alma con su dura y fatigosa prueba.
      De las almas humanas, la que mejor ha seguido al dios y más se le parece consigue ver algo, otras no pueden alcanzar la visión del ser, por lo que les queda la opinión por alimento, “el porqué de todo este empeño por divisar dónde está la llanura de la Verdad, se debe a que el pasto adecuado para la mejor parte del alma es el que viene del prado que allí hay, y el que la naturaleza del ala, que hace ligera al alma, de él se nutre.” Las almas que no han podido vislumbrar nada de lo que allí se encuentra se van gravitando llenas de olvido y dejadez, pierden las alas y caen a tierra.

      Las siguientes tesis resumen la interpretación más sencilla del mito:
·         el alma es el principio de vida gracias al cual los seres vivos pueden realizar los movimientos que le son propios;
·         las cosas naturales están dirigidas y controladas por la divinidad (hipótesis providencialista y teleológica que luego encontraremos en gran parte de la filosofía posterior);
·         el alma humana participa de algún modo de la naturaleza divina, pero también de un principio opuesto que la pervierte y la hace caer al mundo de la finitud, contingencia y muerte;
·         la parte más excelente del alma humana es semejante a la mente de los dioses y, como la de ellos, se nutre del conocimiento;
·         frente a la realidad física, más allá de la Naturaleza, en el “ámbito supraceleste”, se encuentra la auténtica realidad, el ser verdadero caracterizado como la esencia que permanece siempre idéntica a sí misma, que carece de propiedades físicas (“incolora e intangible”) y se ofrece sólo al entendimiento (dualismo ontológico);
·         nuestro destino está en ese mundo perfecto, mundo al que se llega básicamente mediante la Ciencia de lo absoluto (la filosofía o dialéctica) no mediante el conocimiento de lo relativo y mudable (la opinión);
·         cuando se encarna, el alma olvida aquello que ha conseguido vislumbrar en el mundo supraceleste (rudimentos de la teoría de la reminiscencia);
·         es habitual también buscar la correspondencia de las partes del alma con los elementos que aparecen en el mito del carro alado: el auriga representa la parte racional, destinada a la dirección de la vida humana, al conocimiento y lo más divino que se encuentra en nosotros; el caballo bueno representa la parte irascible, aquello que permite al alma la realización de acciones buenas y bellas; el caballo malo y rebelde representa la parte concupiscible, aquello que fomenta en nosotros deseos y pasiones y que nos impulsa hacia el ámbito de lo sensible.
      Este mito resume perfectamente la propuesta que recorre la totalidad de la filosofía platónica: realizar en esta vida y de forma radical la belleza, verdad y bondad (dado que “lo divino es hermoso, sabio y bueno y esto es lo que más alimenta y hace crecer las alas”).
    "Sobre su inmortalidad, pues, basta con lo dicho. Acerca de su idea debe decirse lo siguiente: descubrir cómo es el alma sería cosa de una investigación en todos los sentidos y totalmente divina, además de larga; pero decir a qué es semejante puede ser el objeto de una investigación humana y más breve; procedamos, por consiguiente, así. Es, pues, semejante el alma a cierta fuerza natural que mantiene unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y aurigas de los dioses son todos ellos buenos y constituidos de buenos elementos; los de los demás están mezclados. En primer lugar, tratándose de nosotros, el conductor guía una pareja de caballos; después, de los caballos, el uno es hermoso, bueno y constituido de elementos de la misma índole; el otro está constituido de elementos contrarios y es él mismo contrario. En consecuencia, en nosotros resulta necesariamente dura y difícil la conducción.
       Hemos de intentar ahora decir cómo el ser viviente ha venido a llamarse "mortal" e "inmortal". Toda alma está al cuidado de lo que es inanimado, y recorre todo el cielo, revistiendo unas veces una forma y otras otra. Y así, cuando es perfecta y alada, vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio, la que ha perdido las alas es arrastrada hasta que se apodera de algo sólido donde se establece tomando un cuerpo terrestre que parece moverse a sí mismo a causa de la fuerza de aquella, y este todo, alma y cuerpo unidos, se llama ser viviente y tiene el sobrenombre de mortal. En cuanto al inmortal, no hay ningún razonamiento que nos permita explicarlo racionalmente; pero, no habiéndola visto ni comprendido de un modo suficiente, nos forjamos de la divinidad una idea representándonosla como un ser viviente inmortal, con alma y cuerpo naturalmente unidos por toda la eternidad. Esto, sin embargo, que sea y se exponga como agrade a la divinidad. Consideremos la causa de la pérdida de las alas, y por la que se le desprenden al alma. Es algo así como lo que sigue.
       La fuerza del ala consiste, naturalmente, en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose por donde habita la raza de los dioses, y así es, en cierto modo, de todo lo relacionado con el cuerpo, lo que en más grado participa de lo divino. Ahora bien: lo divino es hermoso, sabio, bueno, y todo lo que es de esta índole; esto es, pues, lo que más alimenta y hace crecer las alas; en cambio, lo vergonzoso, lo malo, y todas las demás cosas contrarias a aquellas, las consume y las hace perecer. Pues bien: el gran jefe del cielo, Zeus, dirigiendo su carro alado, marcha el primero, ordenándolo todo y cuidándolo. Le sigue un ejército de dioses y demonios ordenado en once divisiones pues Hestia queda en la casa de los dioses, sola. Todos los demás clasificados en el número de los doce y considerados como dioses directores van al frente de la fila que a cada uno ha sido asignada. Son muchos en verdad, y beatíficos, los espectáculos que ofrecen las rutas del interior del cielo que la raza de los bienaventurados recorre llevando a cabo cada uno su propia misión, y los sigue el que persevera en el querer y en el poder, pues la Envidia está fuera del coro de los dioses. Ahora bien, siempre que van al banquete y al festín, marchan hacia las regiones escarpadas que conducen a la cima de la bóveda del cielo. Por allí, los carros de los dioses, bien equilibrados y dóciles a las riendas, marchan fácilmente, pero los otros con dificultad, pues el caballo que tiene mala constitución es pesado e inclina hacia la tierra y fatiga al auriga que no lo ha alimentado convenientemente. Allí se encuentra el alma con su dura y fatigosa prueba. Pues las que se llaman inmortales, cuando han alcanzado la cima, saliéndose fuera, se alzan sobre la espalda del cielo, y al alzarse se las lleva el movimiento circular en su órbita, y contemplan lo que está al otro lado del cielo.
       A este lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás como merece, pero es algo como esto -ya que se ha de tener el coraje de decir la verdad, y sobre todo cuando es de ella de la que se habla-: porque, incolora, informe, intangible esa esencia cuyo ser es realmente ser, vista sólo por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero saber, ocupa, precisamente, tal lugar. Como la mente de lo divino se alimenta de un entender y saber incontaminado, lo mismo que toda alma que tenga empeño en recibir lo que le conviene, viendo, al cabo del tiempo, el ser, se llena de contento, y en la contemplación de la verdad, encuentra su alimento y bienestar, hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelva a su sitio. En esta giro, tiene ante su vista a la misma justicia, tiene antes su vista a la sensatez, tiene ante su vista a la ciencia, y no aquella a la que le es propio la génesis, ni la que, de algún modo, es otra al ser en otro -en eso otro que nosotros llamamos entes-, sino esa ciencia que es de lo que verdaderamente es ser. Y habiendo visto, de la misma manera, todos los otros seres que de verdad son, y nutrida de ellos, se hunde de nuevo en el interior del cielo, y vuelve a su casa. Una vez que ha llegado, el auriga detiene los caballos ante el pesebre, le echa pienso y ambrosía, y los abreva con néctar.
       Tal es pues la vida de los dioses. De las otras almas, la que mejor ha seguido al dios y más se le parece, levanta la cabeza del auriga hacia el lugar exterior, siguiendo, en su giro, el movimiento celeste, pero, soliviantada por los caballos, apenas si alcanza a ver los seres. Hay alguna que, a ratos, se alza, a ratos se hunde y, forzada por los caballos, ve unas cosas sí y otras no. Las hay que, deseosas todas de las alturas, siguen adelante, pero no lo consiguen y acaban sumergiéndose en ese movimiento que las arrastra, pateándose y amontonándose, al intentar ser unas más que otras. Confusión, pues, y porfías y supremas fatigas donde, por torpeza de los aurigas, se quedan muchas renqueantes, y a otras muchas se les parten muchas alas. Todas, en fin, después de tantas penas, tiene que irse sin haber podido alcanzar la visión del ser; y, una vez que se han ido, les queda sólo la opinión por alimento. El porqué de todo este empeño por divisar dónde está la llanura de la Verdad, se debe a que el pasto adecuado para la mejor parte del alma es el que viene del prado que allí hay, y el que la naturaleza del ala, que hace ligera al alma, de él se nutre. Así es, pues, el precepto de Adrastea. Cualquier alma, que, en el séquito de lo divino, haya vislumbrado algo de lo verdadero, estará indemne hasta el próximo giro y, siempre que haga lo mismo, estará libre de daño. Pero cuando, por no haber podido seguirlo, no lo ha visto, y por cualquier azaroso suceso se va gravitando llena de olvido y dejadez, debido a este lastre, pierde las alas y cae a tierra"

Fedro, 246 d 3- 248 d