4. Pensamiento
medieval
Los
planteamientos platónicos y aristotélicos llegaron hasta la filosofía medieval,
los autores de esta época trataron de hacerlos compatibles con los dogmas de la
religión cristiana y, fundamentalmente, con el dogma de la creación.
Frente
a la idea griega de la eternidad del Cosmos, el cristianismo afirma la
existencia de un Dios creador de todas las cosas. El alma humana ha sido creada
de la nada por Dios y constituye un puente de unión entre lo material y lo
divino. En algún momento entre la fecundación y el nacimiento crea Dios el alma
individual de cada ser humano. La unión
entre el alma y el cuerpo no es así accidental como en Platón sino que adquiere
un carácter personal: cada ser humano posee su propia alma que es puramente
espiritual, sin nada de materia, y constituye la intimidad misma de la persona.
La
noción de persona distingue al
individuo propiamente humano del resto de los seres individuales. Cada ser
humano no es sólo un individuo sino también una persona porque está dotado de
racionalidad y voluntad libre y autónoma por lo que pueden establecer entre sí
una comunicación personal y ser responsables de sus actos.
Desde
esta perspectiva, el alma humana sigue siendo vida, pero una vida superior a la
meramente biológica. Es un conjunto de experiencias que engloba la
subjetividad, la personalidad, la conciencia de sí y la trascendencia. Es la
persona entera, el compuesto de alma y cuerpo, no solo el ama, la que alcanza
la inmortalidad, ya que mediante la contemplación de Dios, el cuerpo material
puede transformarse en “cuerpo glorioso”.
Los
filósofos medievales distinguen tres funciones del alma: memoria, entendimiento
y voluntad: cada persona tiene sus propias experiencias, sus propios
pensamientos y razonamientos y toma libremente sus propias decisiones.
I.
Planteamiento moderno: mente y cuerpo
1. El
dualismo sustancial de Descartes
A comienzos del siglo XVII, la obra de Galileo y Descartes ponen los cimientos de la ciencia y la filosofía
modernas. Por un lado, la nueva ciencia de Galileo exigía la utilización de un
método de investigación experimental para la explicación de los fenómenos físicos;
por otro, la nueva filosofía de Descartes quiere sentar las bases de un
pensamiento racional autónomo de las ideas religiosas, capaz por sí solo de
descubrir certezas. Se produce a partir de entonces en todas las esferas del
conocimiento un cambio radical de perspectiva respecto a las cuestiones que se
habían planteado desde Platón y Aristóteles. En lo que respecta al problema que
estamos examinando, la filosofía de Descartes supone la disolución del
planteamiento antiguo del problema como problema de la relación entre el alma y
el cuerpo en un Cosmos teleológico, y la emergencia de un nuevo planteamiento
del problema como problema de la relación entre la mente y el cuerpo en un
Cosmos mecanicista.
La nueva
ciencia de Galileo tiene como consecuencia una nueva concepción de la Naturaleza que desplaza la antigua
concepción teleológica del Cosmos, sustituyéndola por una concepción mecanicista, en la que la cuestión de
los fines queda totalmente relegada. El Cosmos es concebido como un mecanismo
de fuerzas en el que los cuerpos se influyen recíprocamente según leyes
puramente mecánicas. Es posible conocer matemáticamente las leyes que producen
los fenómenos naturales, sin necesidad de plantearse la cuestión de la
finalidad última de tales fenómenos. La concepción teleológica exigía elaborar
teorías generales que explicaran la totalidad del universo. La concepción
mecanicista se limita a elaborar teorías particulares de un conjunto limitado
de fenómenos.
En el marco de esta concepción
mecanicista del Cosmos, Descartes elimina la noción clásica del alma como principio
de vida y movimiento, estableciendo una
distinción radical entre el alma y el cuerpo. El alma es puro pensamiento pero
carece de extensión. Los cuerpos son extensos y se rigen por causas puramente
mecánicas pero son incapaces por completo de pensar. Alma y cuerpo son dos
sustancias de naturaleza totalmente distinta y se encuentran separados. No hay
ya un alma vegetativa o sensitiva que posibilite y regule las funciones de los
seres vivos y los dirija hacia un determinado fin, sino que son puros mecanismos
cuyo funcionamiento es posible explicar mediante leyes mecánicas. El alma es
algo totalmente diverso: una mente pensante que no se rige por leyes mecánicas
sino por leyes lógicas innatas.
El dualismo sustancial de Descartes
tiene importantes consecuencias:
1)
Hace
posible una explicación mecanicista del Cosmos, independiente por completo de
la religión. La regularidad mecánica de los fenómenos naturales hace posible su
conocimiento científico.
2)
Afirma
la total libertad del pensamiento humano, ya que al ser la mente una sustancia
totalmente distinta del cuerpo, no está sometida a las leyes mecánicas.
3)
Se
hacía posible el estudio autónomo de la mente humana, y la introspección es el único acceso posible a los contenidos de la
conciencia.
Pero
la separación radical entre mente y cuerpo que hacía posible la nueva ciencia
introducía un problema de difícil solución: si alma y cuerpo son dos sustancias
enteramente distintas, ¿Cómo las
afecciones del cuerpo pueden producir las ideas de la mente y cómo las ideas de
la mente pueden producir acciones del cuerpo?
El
problema de la relación entre la mente y el cuerpo sólo surge en los seres
humanos, ya que, según Descartes, la
única evidencia de que algo tiene mente es la posesión de lenguaje, por lo que
ni los animales ni las máquinas tienen mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario