viernes, 22 de marzo de 2013

Relación alma y cuerpo a través del tiempo: parte III


2.     Intentos de solución al problema de la relación mente- cuerpo
El problema de la relación entre la mente y el cuerpo que surge del planteamiento cartesiano fue objeto de discusión durante los siglos siguientes y dista aún hoy de estar resuelto. Para resolver este problema, Descartes propuso la existencia de un punto en el cerebro humano (la glándula pineal, que Descartes consideraba erróneamente que sólo se encontraba en los seres humanos) donde se establecía esta comunicación. Pero esta solución era totalmente inaceptable ya que suponía la afirmación de una sustancia que sería pensante y extensa a la vez lo que era contradictorio con la propia definición cartesiana de la sustancia.
Los filosofos racionalistas trataron de resolver el problema que presentaba el dualismo mente – cuerpo, manteniendo la noción de sustancia de Descartes: los fenómenos físicos y los fenómenos mentales son totalmente diferentes, pero ni los procesos psíquicos causan los físicos ni viceversa, aunque hay una correspondencia estricta entre unos y otros. Los principales intentos de solución a este problema fueron los siguientes:
a)       El ocasionalismo de Malenbranche:
Cada vez que se produce un movimiento en el alma, Dios interviene para producir el correspondiente movimiento en el cuerpo, y viceversa.
b)       El monismo de Spinoza:
Extensión y pensamiento no son propiamente sustancias sino dos de los atributos de una única sustancia infinita: Dios o Naturaleza. Las ideas y las cosas serían modos de esa sustancia y se corresponderían estrictamente como las dos caras de una misma realidad.
c)        La armonía preestablecida de Leibniz:
En el momento de la creación, Dios ha establecido una perfecta armonía entre las dos sustancias, como si se tratara de dos relojes perfectamente sincronizados que dan la misma hora.
2.      La disolución del sujeto cartesiano
El dualismo sustancial de Descartes fue puesto en cuestión por una serie de desarrollos filosóficos y científicos posteriores:
a)      El empirismo y el positivismo eliminaron el problema de la relación entre la mente y el cuerpo del único modo que era posible: eliminando la noción cartesiana de sustancia. Abrieron con ello el camino al estudio de los fenómenos mentales utilizando la metodología aplicada a los fenómenos físicos.
b)      El evolucionismo de Darwin puso en cuestión la radical separación entre el hombre y el animal y abrió la posibilidad de que no solo los seres humanos sino también los animales tuvieran mente.
c)      El psicoanálisis de Freud puso en cuestión la identidad de la mente con la conciencia al afirmar la existencia de pensamientos y sentimientos inconscientes que actúan sobre la conducta.

a)     El empirismo y el positivismo: constitución de la Psicología como ciencia
Los filósofos empiristas ingleses de los siglos XVII y XVIII rechazaron la afirmación cartesiana de que las leyes lógicas del pensamiento están ya impresas en la mente en el momento del nacimiento, retomando la noción aristotélica de que la mente no tiene ningún contenido en el momento del nacimiento y que todas las ideas, incluso las leyes lógicas del pensar, se adquieren a través de la experiencia. Por consiguiente, todas las ideas de la mente tienen su origen en la experiencia sea esta experiencia del mundo exterior o experiencia de los propios estados internos. Pero no podemos tener experiencia de sustancia alguna:
1.      Lo que nos ofrece la experiencia externa son las cualidades de las cosas (olores, colores, sabores, figuras magnitudes, etc.) pero no de la sustancia a la que están adheridas tales cualidades.
2.      Lo que nos ofrece la experiencia interna es tan solo un flujo permanente de estados mentales, pero no es posible percibir ningún yo sustancial.
Las ideas simples (un determinado color, un olor, etc) son combinadas por la mente para formar ideas complejas (las ideas de las cosas) por medio de determinadas leyes de asociación (por semejanza, por contigüidad en el espacio y el tiempo y por relación de causa-efecto), que pueden descubrirse mediante la observación y la experimentación como las leyes físicas. De este modo, frente a la introspección, proponen el asociacionismo, como método psicológico y abren el camino a una investigación de los fenómenos mentales semejante al estudio científico de los fenómenos físicos.
El empirismo ingles constituyo uno de los pilares fundamentales de la filosofía positivista que llego a dominar el pensamiento europeo durante el siglo XIX. Para el positivismo, el único conocimiento admisible es el que procede de los hechos y las relaciones entre los hechos, en el ámbito de la experiencia sensible (de los sentidos). El movimiento positivista trata de extender el método de investigación de las ciencias naturales al estudio de la mente humana y la sociedad, partiendo de los hechos comprobables por la experiencia para formular las leyes que los rigen.
Por otro lado, durante el siglo XIX una serie de investigaciones y descubrimientos contribuyeron a allanar el camino para la aparición de una psicología científica:
a)      La frenología: Franz Joseph Gall (1758 – 1828) relacionó las facultades psíquicas con determinadas zonas del cerebro de modo que la forma y las dimensiones de las distintas zonas implicarían un mayor o menor desarrollo de las funciones psíquicas relacionadas con ellas. Se crearon diversas técnicas de medición y examen del cráneo y se creó una tipología según la cual la forma y estructura del cráneo determinaba el desarrollo de una personalidad normal o patológica, deficiente o genial, social o antisocial.
b)      La psicofísica: también avanzo mucho el estudio de la fisiología del sistema nervioso y de la sensación. Charles Bell describió las funciones de los nervios motores y sensitivos y mostro la relación de los mismos con las diferentes partes del cerebro según sus funciones. Pierre Flourens investigó las funciones del cerebelo. Ernst Heinrich Weber estableció su ley de la sensación (o ley de Weber) en la que formulaba la relación matemática que existía entre la intensidad de un estímulo y la sensación producida por éste. Estos y otros descubrimientos llevaron a la convicción de que era posible explicar mediante principios físico-químicos todos los actos humanos.
Es en este marco que, en el último tercio del siglo XIX, Wilhem Wunt (1832 – 1920) funda la Psicología como ciencia de la mente y sus contenidos, en base a métodos rigurosos de observación y experimentación.
b)     La teoría de la evolución
En 1859, Charles Darwin (1809 – 1882) publicó su obra “El origen de las especies por medio de la selección natural” donde explicaba su teoría de que dentro de una misma especie surgen de forma natural variaciones que pueden ser para el individuo que las posee beneficiosas o perjudiciales para la adaptación a su ambiente específico. Cuando una variación da una ventaja adaptativa el individuo mejora sus posibilidades de supervivencia y reproducción, transmitiendo a sus descendientes sus rasgos, incluida la variación. A través de las sucesivas generaciones la variación original se irá haciendo cada vez más adaptativa al medio llegando de este modo a aparecer una especie nueva que se diferencia significativamente de la que le dio origen.
En 1871, Darwin publicó su obra “El origen del hombre” donde afirmaba la continuidad evolutiva entre algunas especies de primates y el hombre, continuidad presente también en el psiquismo. De este modo, el hombre y el  animal tendrían básicamente las mismas capacidades psíquicas, si bien en grado muy diferente.
Posteriormente, Herbert Spenser (1820 – 1903) fundamentó la psicología en la biología evolucionista afirmando que lo psíquico surge en el curso de la evolución fisiológica del sistema nervioso y el cerebro.
c)     El psicoanálisis freudiano
Creada por Sigmund Freud (1856 – 1939) para explicar y tratar el comportamiento mental patológico, pero explicaba también los mecanismos que determinan el comportamiento de los individuos considerados normales.
Según Freud, en la mente humana existen procesos que inciden en la conducta sin estar controlados por la conciencia. Estos procesos psíquicos inconscientes, que están regulados por leyes propias distintas de las que gobiernan la conciencia, determinan buena parte de la vida psíquica. El inconsciente puede ser conocido a través de sus manifestaciones en los actos fallidos, sueños y síntomas neuróticos, cuyo significado debe ser desentrañada por medio del análisis.
Para Freud, la conducta del hombre está regida por dos tipos de instintos: los instintos de conservación del yo (hambre, sed) y los instintos sexuales. Mientras la primera clase de instintos no pueden ser reprimidos sin poner en peligro la vida del individuo, los instintos sexuales pueden ser reprimidos. Más tarde, Freud añadiría el instinto de muerte, en el que se fundamentaría la conducta agresiva.
En el curso del desarrollo infantil, el niño pasa de ser una masa de instintos desorganizados, regidos por el principio de placer, que exige una satisfacción inmediata de las necesidades, a un individuo socializado en el seno de una determinada sociedad, ajustando la satisfacción de sus necesidades a las normas morales, costumbre y leyes de la sociedad. En el curso del proceso de socialización, el principio de placer es sustituido por el principio de realidad: el individuo pospone el placer inmediato por miedo a ser castigado si contraviene las normas sociales.
Los impulsos reprimidos por el individuo no desaparecen simplemente sino que siguen presentes en el seno del inconsciente y se manifiestan de forma simbólica en los actos fallidos, los sueños y los síntomas neuróticos. Los deseos y pensamientos moralmente inaceptables, (que constituyen el contenido latente), se transforman en una experiencia consciente, aunque no inmediatamente comprensible, a veces absurda, denominada contenido manifiesto.
La sexualidad adulta es el resultado de un complejo proceso de desarrollo que comienza en la infancia, pasa por una serie de etapas ligadas a diferentes funciones y áreas corporales (oral, anal y genital), y se corresponde con distintas fases en la relación del niño con los adultos, especialmente con sus padres. En este desarrollo es esencial el período edípico, que transcurre, aproximadamente, entre los 4 y 6 años de edad, momento en el que el niño establece un vínculo afectivo especial con su progenitor del sexo opuesto, con lo que el progenitor del mismo sexo es considerado un rival. El modo como el niño/a supere éste período, será decisivo en su vida posterior, especialmente en sus relaciones afectivas.
I.                   Planteamiento actual: mente y cerebro
Los avances científicos que se han producido durante los últimos 150 años sobre la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso han puesto de manifiesto el papel rector que el cerebro ejerce respecto del resto del organismo. Todas las funciones orgánicas están reguladas por el cerebro y hay un permanente flujo de información entre los órganos y el cerebro.
En los últimos años se han desarrollado una serie de técnicas que han permitido un avance espectacular del estudio del cerebro:
1)      Se han delimitado distintas áreas de la corteza cerebral especializadas en recibir y procesar las informaciones sensoriales y controlar las reacciones musculares: áreas auditivas, visuales, motoras, etc.
2)      Sin embargo, estas áreas especializadas no representan apenas una cuarta parte de la corteza cerebral, el resto, las denominadas áreas de asociación, no cumplen ninguna función específica y parecen estar encargadas de interpretar, integrar y coordinar las informaciones procesadas por las áreas sensoriales y motoras. Las áreas de asociación serían responsables así de nuestras funciones mentales superiores: lenguaje, pensamiento, razonamiento, memoria, planificación de la acción, creatividad, etc.
3)      Cada uno de los hemisferios controla y ejecuta funciones diferentes o aspectos diferentes de una misma función. En términos generales, parece que en la mayor parte de las personas el hemisferio izquierdo controla la habilidad lingüística, numérica y de pensamiento analítico, mientras que el hemisferio derecho controla las habilidades espaciales complejas, como la percepción de patrones y aspectos de ejecución artística y musical.
4)      Sin embargo, las actividades complejas requieren de la interrelación de los dos hemisferios. Así, por ejemplo, cuando leemos un relato, el hemisferio izquierdo entiende el significado de las palabras, pero es el hemisferio derecho el que capta el contenido emotivo y las imágenes utilizadas.
5)      Por otra parte, hay muchas funciones, principalmente de las áreas primarias sensoriales y motoras que parecen idénticas en ambos hemisferios. En definitiva, hay una especialización funcional pero la actividad conjunta de ambos hemisferios es necesaria para el funcionamiento integral del cerebro. La participación de los dos hemisferios en las actividades psicoorgánicas es variable según los individuos: las reglas a que esto obedece y las razones que la determinan (genéticas, sociales) son todavía poco conocidas.
6)      Por consiguiente, aunque ciertas funciones de la mente están localizadas en determinadas regiones cerebrales, el cerebro se comporta como un todo unificado.
Estos descubrimientos ponen de manifiesto ante todo lo mucho que queda por conocer en torno al cerebro humano, pero han sido suficientes para replantear el problema clásico de la relación entre el cuerpo y la mente o alma en términos de la relación entre el cerebro, en cuanto centro que recibe los estímulos del medio, los integra con la experiencia acumulada y diversas estructuras, produciendo las respuestas correspondientes, y la mente, como conjunto de los procesos de recepción y procesamiento de información y de la ejecución o inhibición de las respuestas.
La estructura del problema, sin embargo, sigue siendo básicamente la misma: ¿son los procesos mentales distintos a los procesos cerebrales? Si son idénticos, ¿cómo los procesos cerebrales producen los procesos mentales? Si mente y cerebro son realidades distintas, ¿cómo interactúan entre sí?




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