Cuando trabajamos con conceptos de uso cotidiano, como por ejemplo el de "publicidad", es importante explicitar de qué estamos hablando. Por esa razón es que aquí vemos a grandes rasgos de qué se trata:
Publicidad: es el término utilizado para referirse a cualquier anuncio destinado al público y cuyo objetivo es promover la venta de bienes y/o servicios.
Propaganda: es la difusión de ideas e información para inducir o intensificar actitudes y acciones específicas con la intención de convencer a una audiencia (público) para que adopte la actitud o acción que él representa (consumo de un producto o servicio). Lo intenta a través de los sentimientos y la razón.
Si bien se trata de conceptos diferentes, se los utiliza como sinónimos en lo cotidiano. Esto no se debe a una falta de claridad conceptual, sino a que ambos se confunden permanentemente en la práctica. La publicidad utiliza cada vez más el lenguaje propagandístico y la propaganda apela al uso del lenguaje publicitario. Según algunos especialistas hay diversos tipos de campañas de bien público que tienen distintos objetivos:
- Promover la solidaridad con los más necesitados. Ej.: Personas sometidas a exclusión social.
- Promover el uso de un producto. Ej.: cinturón de seguridad.
- Luchar contra el uso problemático del tabaco, alcohol, psicofármacos y otras adicciones.
- Modificación de actitudes: Ej. campañas contra el racismo, la discriminación, tabaquismo, alcoholismo.
Una buena campaña de bien público es aquella que llama la atención del público, logra hacerlo reflexionar y tomar conciencia. Además es importante que tenga poder persuasivo para favorecer el cambio de actitudes.
Una buena campaña de bien público debe:
- Atrapar la atención.
- Instalar con claridad el problema que se plantea.
- Persuadir para que la sociedad reflexione y modifique actitudes.
- Promover soluciones.
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