EL ESTUDIO DEL SISTEMA SOCIAL REGIONAL: LOS TIPOS SOCIALES AGRARIOS
Saal, G., Barrientos, M. y G. Ferrer
INTRODUCCIÓN
En las acciones de extensión rural, los interlocutores del agente de extensión son,
básicamente, las personas que están vinculadas a las actividades de producción agropecuaria.
Entre estos agentes sociales, se destacan los productores agropecuarios por ser quienes toman
las decisiones respecto al proceso productivo. Respecto de ellos, para poder llevar a cabo una
labor transformadora, es necesario entender cómo son, cuáles son sus objetivos, cuáles sus
necesidades y problemas. Dado que los productores no son todos iguales, ni cuentan todos
con las mismas posibilidades, ni perciben todos la realidad de la misma manera, ni tienen
todos las mismas necesidades, ni las mismas formas de satisfacerlas y, por ende, tampoco
tienen todos los mismos objetivos, necesitaremos realizar un pormenorizado análisis del
sociosistema con el objetivo de llegar a conocer exhaustivamente a cada uno de estos agentes
sociales con sus posibilidades y condicionantes.
Estas posibilidades y condicionantes van a estar dadas, en gran medida, por la
estructura del sistema agrario y se van a plasmar, más específicamente, en la estructura social.
Al realizar un estudio de la estructura social el objetivo es conocer los distintos grupos y
sectores sociales y su tramado de relaciones, a través de las cuales se va conformando la
dinámica social. Incluye, además, los sistemas normativos y demás elementos culturales de
los grupos o sectores sociales que conforman una determinada dinámica social. En el caso de
Extensión Rural, el conocimiento de la dinámica social es de fundamental importancia ya que
esta práctica está orientada a la capacitación y al desarrollo y para ello debemos ser capaces
de identificar los principales grupos sociales que conforman el entramado social del área de
influencia de nuestro trabajo, y de comprender su racionalidad económica y su problemática.
El análisis de la estructura social, según Margiotta y Benencia (1995) se propone
conocer
• Los distintos grupos o sectores sociales
• El tramado de relaciones sociales a través de la cual se conforma la dinámica
social
• Los sistemas normativos y demás elementos culturales que los grupos y sectores
sociales han institucionalizado a través de la dinámica social.
Para ello, siguiendo el planteo de Margiotta y Benencia (1995), deberemos centrar
nuestro análisis en el grado de diferenciación social y asimetría que existe en la estructura
social de la realidad en la que nos encontramos insertos; es decir, en el grado de desigualdad
social, ya que las más simples diferencias –sean biológicas o de otro tipo- entre grupos o
personas se pueden tornar en desigualdades sociales, en virtud de un orden social que las
convierte en tales, dando lugar a una asimétrica distribución de bienes y servicios, derechos y
obligaciones, poder y prestigio. Estos atributos, propiedades o características, que distinguen a
los distintos grupos o personas, son sociales, ya que resultan de un orden social dado y se
encuentran asociados a ciertas posiciones ocupadas en la estructura social. El análisis
estructural, entonces, debe contribuir a visualizar las relaciones entre las distintas posiciones
que conforman el todo social (proximidad o lejanía) respecto a otras, por su posición
(jerarquía) en relación a otras (por encima, por debajo, en el medio).
Una primera variable a considerar, sería la composición demográfica que nos permitirá tener una caracterización de la población, en función de parámetros como cantidad,
distribución por sexo y edades, acceso a servicios de salud y educación, nivel de empleo, pobreza, calidad de vida, entre otros.
Otro de los elementos serían los actores sociales, (sujetos o agentes sociales) sean
individuales o colectivos (grupos, asociaciones, consorcios, instituciones). Al respecto, Arocena (1995) define tres categorías de actores según sus lógicas dominantes:
a) El sistema político – Administrativo,
b) El sistema de actores vinculados a la acción empresarial y
c) Los actores ligados a la acción socio territorial.
Un tercer elemento estaría dado por el tramado de las relaciones sociales a través de las cuales los actores sociales van conformando la dinámica social y creando y transformando la cultura, tanto material como inmaterial. La red de actores y sus vinculaciones, tanto de cooperación como de conflicto van a generar dicha dinámica social.
Por último, la referencia a la dinámica social nos remite, como otro componente del sociosistema, a los distintos procesos sociales que se van dando en el seno del sistema social.
Como ejemplos podemos citar, migraciones, desarrollo, empobrecimiento, procesos organizativos y/o reivindicativos por el acceso a los recursos, que pueden expresar el conflicto social.
Con respecto a los actores sociales en sí, debemos tener en cuenta que la estructura social, generalmente, presenta discontinuidades o divisiones que resultan significativas en la distribución de los atributos antes mencionados (bienes, obligaciones, poder, etc.) lo cual lleva a distinguir colectividades o agrupamientos que se vuelven, a nuestros fines, más relevantes que otros. Estos agrupamientos reciben distintos nombres (clases, estamentos, tipos o estratos sociales) según los diferentes enfoques teóricos.
La relevancia de tales agrupamientos, para nuestro objetivo, estriba, en gran medida, en que establecen situaciones similares para sus integrantes, lo cual tiende a desarrollar una subcultura particular que se expresa en sus normas, valores, usos y costumbres propios y característicos. El espacio social está construido de forma tal que los agentes que ocupan en él posiciones semejantes o vecinas son situados en condiciones y sometidos a condicionantes semejantes, y tienen todas las posibilidades de tener disposiciones e intereses semejantes de producir, por lo tanto, prácticas y estrategias, también semejantes, expresa Bourdieu (1993).
En tanto y en cuanto los distintos tipos de unidades productivas presuponen la existencia de diversos grupos y sectores sociales de características igualmente diferenciadas, el análisis de las formas y tipos de explotación agropecuaria es uno de los ejes centrales para caracterizar y explicar la naturaleza de la estructura social y su dinámica, ya que permiten establecer una parte muy importante de la matriz de la estructura social agraria.
La importancia de la tierra como factor productivo agrario y como una de las principales formas de concentración de riqueza, afirman Margiotta y Benencia (1995), es decisiva en relación a la estructura social agraria ya que es a partir de las formas de propiedad y tenencia de la tierra que empezamos a reconocer la naturaleza de la estructura de clases sociales en el agro. De todos modos, para poder definirla, es necesaria la consideración de los demás factores productivos y de los procesos productivos mismos. Por ello, un análisis que relacione la estructura de tenencia de la tierra con el ecosistema y el tecnosistema debería permitirnos reconocer una parte significativa de la diferenciación y asimetría de la estructura social agraria.
En relación a los productores rurales, Gutman (1988), afirma que difieren entre sí presentando un heterogéneo universo de situaciones, por lo cual se hace necesario, a la hora de intervenir a través de las acciones de extensión rural, agruparlos en conjuntos similares que faciliten la definición del planteo metodológico a implementar.
Una de las propuestas más difundidas que permite realizar esta agrupación es la de la construcción de tipologías.
CONSTRUCCIÓN DE TIPOLOGÍAS
Gutman (1988), señala que explícita o implícitamente existen tres fines que una tipología
debe satisfacer:
- Delimitar: reconocer diferentes subconjuntos dentro de un conjunto; en nuestro caso el
conjunto de productores rurales.
- Caracterizar: describir, calificar, cuantificar los atributos de cada subconjunto como tal.
- Relacionar: ayudar a explicar las relaciones entre los subconjuntos y, entre ellos y otros conjuntos en términos de causa y efecto sobre los mismos elementos utilizados en la delimitación y caracterización.
Dada la estrecha relación existente entre delimitación y caracterización, no existe ninguna tipología “verdadera”, ni es posible construir una tipología universal que satisfaga cualquier fin, ya que existirán tantas tipologías como intereses de análisis, aunque debe recordarse que, para ser operativa, una tipología debe tratar de conciliar extremos de generalidad y especificidad.
En primer lugar es necesario conceptualizar al actor que pretendemos analizar para poder diferenciarlo de los demás actores vinculados al proceso productivo (rentistas, servicios, trabajadores, etc).
En nuestro caso, definiremos como productor a la persona física o jurídica que realiza una actividad agropecuaria bajo cualquier forma de tenencia de los recursos naturales y se caracteriza por aportar el capital, tomar las decisiones y asumir los riesgos de la misma (Caracciolo y otros, 1981).
A continuación, según el planteo de Gutman (1988) debemos:
• Definir conceptualmente cuáles son los principales grupos, y
• Establecer cómo se los reconoce en la realidad.
Ambas etapas son necesarias y, en la práctica, se dan en forma iterativa. Pero resulta evidente que una conceptualización que carezca de instrumentos para su delimitación en el terreno, corre el riesgo de ser una simple abstracción. En sentido contrario, una tipología factual será arbitraria en su concepción y errática en su aplicación si no se fundamenta en una delimitación conceptual.
Una definición conceptual es, entonces, una primera aproximación, con un alto nivel de generalidad, que resulta del conocimiento alcanzado sobre el sistema social y los rasgos del mismo que parezcan más significativos para nuestro estudio.
En este sentido, Margiotta y Benencia (1995) plantean que cada uno de los tipos que conforman una tipología puede ser definido como una construcción conceptual que selecciona, abstrae, combina y –en ocasiones- enfatiza deliberadamente un conjunto de variables (criterios con referente empírico) que sirven de base para la comparación de casos reales. Así, pues, el tipo es, esencialmente, un recurso construido –más que para describir para comparar, explicar y predecir; es una simplificación de lo concreto, razón por la cual los casos empíricos que se estudien a la luz de una tipología se ajustarán en mayor o menor grado a la misma, ya que la misma, recorta lo que se considera teóricamente significativo de la realidad. Por su parte, Aparicio y Gras (1999) afirman que la elaboración de tipologías de unidades agrarias está orientada por problemas clásicos de la sociología rural, como lo son el definir ¿Qué tipos de sujetos sociales están a cargo de la producción agraria?, ¿Qué tipos de unidades quedan establecidas?, sintetizando, ¿Cómo viven y producen los agricultores?
Al encarar el desarrollo de una tipología deberíamos, entonces, respondernos las siguientes preguntas
• ¿Cómo sabemos que un productor forma parte de un grupo y no de otro?
• ¿La pertenencia de un productor a un grupo depende de una sola variable? por ej., superficie (productores grandes, medianos y chicos) ¿o depende de varias? y, en este caso ¿cuáles son las más importantes para la tipificación?
Si bien estas autoras plantean la elaboración de una tipología como una construcción con criterios teóricos, también hablan de la necesidad de un ajuste empírico, confrontando el instrumento con lo observado en la realidad, por ejemplo, a través de informantes claves o el análisis documental.
Otro aspecto a tener en cuenta, es que las categorías que se llegan a definir corresponden a “tipos puros” en función de la presencia o ausencia de los atributos considerados y que en la realidad estos atributos, seguramente, se distribuirán en un gradiente.
En las propuestas de tipologías, por ejemplo, una división clásica es la división entre campesinos y empresarios, pero la presencia de elementos capitalistas en las explotaciones campesinas, o las diversas magnitudes de capital en las unidades empresariales introducen diferenciaciones (heterogeneidad) al interior de cada tipo social agrario, lo que nos habla de la necesidad de entender a las tipologías como una construcción metodológica que nos posibilitará entender una realidad determinada.
La bibliografía especializada (Lopera Palacio 1991, Carballo 1996; Aparicio y Grass 1999;) señala que se pueden distinguir en el conjunto de los sistemas productivos dos grandes grupos: las empresas y las unidades familiares, las que intenta describir en base al siguiente cuadro:
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LOS MODELOS PREDOMINANTES EN LA
AGRICULTURA
Modelo Empresarial Modelo Familiar
Objetivos Maximizar beneficios Maximizar ingresos y
estabilidad familiar. El
trabajo no forma parte de los
costos de producción.
Énfasis en la continuidad
productiva.
Disponibilidad de recursos Adecuada Insuficiente
Vinculación con los
mercados Satisfactoria Insatitsfactoria. Bajo poder
de negociación individual.
Organización del trabajo Predominio del trabajo asalariado Predominio trabajo familiar.
Trabajo asalariado solo
complementario
Dirección del Proceso Organización centralizada.Dirección y
trabajo a cargo de distintas personas Dirección y trabajo a cargo
de la familia
Organización de la
producción Tendencia a la especialización y las
prácticas fácilmente estandarizadas,
a fin de eliminar las decisiones “en el
terreno” o “sobre la marcha”. Tendencia a la diversificación, capacidad de
decisiones inmediatas,
adecuadas al alto grado de
imprevisibilidad del proceso
productivo
Tecnologías seleccionadas Orientadas a incrementar la
productividad del trabajo y a
reducir la mano de obra
permanente. Definidas de acuerdo a la
disponibilidad de mano de
obra familiar
Origen de los insumos Total dependencia de los
insumos comprados, de
origen crecientemente
industrial Tendencia a un mayor
empleo de insumos
producidos en la unidad
Fuente Carballo, C. 1996
a) El concepto de Empresa tiene distintas acepciones. Para la economía clásica, empresas
son todas aquellas unidades económicas que organizan y realizan la producción de bienes
y servicios (Beker y Mochón, 1994).
Asumiendo esta definición todo agrosistema sería una empresa que, a su vez, podría
clasificarse como: micro empresa, pequeña empresa o empresa familiar, mediana empresa y
gran empresa.
Por el contrario, si por empresa entendemos a toda unidad de producción que posee como objetivo maximizar los beneficios presentes o futuros de la inversión en el sector, se asienta en el trabajo asalariado y no posee, en términos relativos, limitantes en la disponibilidad de recursos y en el acceso a los mercados de bienes productos y servicios (Carballo, 1996); vemos que una cantidad importante de agrosistemas no quedarían encuadrados en esta definición.
b) Unidades de producción familiares: Son aquellas de tipo productivo domésticas, que bajo
cualquier forma de tenencia, se organizan en torno al trabajo familiar buscando máximizar los
ingresos totales percibidos por la unidad productiva. Estas UP, normalmente, están restringidas por los recursos disponibles y poseen ciertas dificultades para articularse a los mercados de bienes, productos o insumos (Carballo, 1996).
Como señaláramos más arriba, una vez conceptualizados los subgrupos fundamentales, pasamos a delimitarlos en la realidad. Para esto debemos seleccionar las variables que diferencian a los subgrupos entre sí.
Variables que delimitan y caracterizan
Una vía para avanzar desde una tipología conceptual hacia la delimitación y caracterización de los actores, es aportar criterios observables que permitan reconocerlos en el terreno, ampliando o reduciendo el detalle inicial (Gutman, 1988).
En este sentido, Caracciolo y otros (1981) proponen la organización de los aspectos a considerar para la construcción de una tipología que se presenta en la figura Nº 1
Variables estructurales: son aquellas que explican principalmente el comportamiento de los
productores, ya que muestran la forma de inserción del productor en el proceso productivo a
partir de la disponibilidad de recursos productivos. Las variables a considerar son:
1.- Disponibilidad de factores productivos (dotación y combinación de tierra, capital y
trabajo)
2.- Organización social del trabajo (participación relativa de trabajo familiar/asalariado).
3.- Relación con los mercados (poder negociador frente a los diferentes mercados -
financieros, de insumos, de productos, etc.-).
Variables intervinientes: son aquellas que explican más específicamente el comportamiento
del productor diferenciando las estrategias productivas planteadas, a pesar de las similitudes
existentes en cuanto a variables estructurales. Las más relevantes serían:
1.- Racionalidad económica
2.- Régimen legal de tenencia de la tierra
3.- Composición demográfica familiar
4.- Ingresos extraprediales
5.- Historia ocupacional del productor (experiencia personales y familiares respecto del
trabajo)
6.- Educación e información técnico – económica del productor
7.- Actitudes del productor hacia el cambio y la innovación y hacia la participación social.
8.- Normas y valores referidos a la actividad productiva y a la conservación de la naturaleza.
Estrategias productivas: son los modos en que se utilizan o instrumentan los recursos
productivos y las relaciones con los mercados. Estas variables que son determinadas o
condicionadas por las antes señaladas, comprenden, entre otras, las decisiones respecto de:
1.- Tipo de actividad
2.- Composición interna del capital
3.- Organización técnica del trabajo
4.- Manejo técnico
5.- Forma de provisión de insumos
6.- Formas de financiamiento de la producción
7.- Destino de la producción y forma de comercialización
Figura Nº 1: Esquema de relaciones entre las variables
variables estructurales estrategias productivas resultados socioeconómicos
variables intervinientes
Fuente: Caracciolo y otros (1981)
Resultados socio-económicos: son las variables de salida, resultantes de la combinación de
las estrategias asumidas.
1.- Resultado físico
2.- Resultado económico
3.- Nivel de empleo
4.- Nivel de vida
5.- Marginalidad
6.- Migraciones
Como se observa, de una gran cantidad de aspectos que podrían ser considerados como variables, el trabajo de Caracciolo y otros (1981) sugiere seleccionar un conjunto de ellas agrupadas en cuatro grandes categorías. De las mismas, serán las variables estructurales las que nos permitan delimitar los subgrupos o tipos de productores, mientras que las variables intervinientes, junto con las estrategias productivas y los resultados, serán las que permitan la caracterización de cada uno de ellos.
Las variables estructurales son las más explicativas de las estrategias productivas implementadas en los agrosistemas, por lo tanto, considerando el criterio de observabilidad y el de explicabilidad serán estas variables las que se utilicen para delimitar los subgrupos.
En una segunda instancia, para caracterizar a los subgrupos se utilizan las variables intervinientes y las estrategias productivas. Por ejemplo, si dos U.P. poseen una semejante dotación de recursos, pero una presenta una estrategia productiva más sustentable del recurso suelo que la otra, tal diferencia puede explicarse en base a la diferencia existente en la tenencia de la tierra (uno es dueño y otro no); este hecho también podría sustentarse en las diferencias en cuanto a capacitación y comprensión del fenómeno por parte de cada productor, dado que tanto la relación legal con la tierra como la capacitación son variables intervinientes.
En el trabajo de extensión, las principales variables a comprender son las estrategias
productivas, ya que ellas son centrales en el análisis del funcionamiento de la UP por ser los
aspectos de la realidad modificables en el corto plazo. Comprender las bases materiales y
cognitivas que influyen y/o determinan las estrategias productivas es una instancia básica para
establecer una comunicación empática con los productores.
En cuanto a las variables “de salida”, es decir los resultados, constituyen un aspecto importante para caracterizar la situación de la UP, aunque tienen la dificultad de que no son de fácil obtención, ya que es un dato que difícilmente los productores puedan brindar. Por ejemplo, al surgir el programa Cambio Rural, en el año 1993, se utilizó como uno de los criterios, para determinar los potenciales beneficiarios, tener un ingreso neto anual menor a 10.000 pesos, lo cual, en la realidad, era un dato que se podía confirmar recién al cabo del primer año de trabajo del grupo.
Definición conceptual de los principales grupos
Para definir cuáles son los principales tipos de productores presentes en la realidad en la que nos desempeñamos, debemos comenzar por conocer, en base a un análisis global, los diferentes actores existentes.
Al respecto, teniendo en cuenta la realidad nacional, Murmis (1998) describe una serie de procesos de transformación que dieron lugar a la aparición de “nuevos actores” que se han hecho presente en el agro, durante la década del ´90. Entre estos procesos se destacan:
• Procesos de integración vertical: Las UP se conectan con el comercio o con la industria generando estructuras económicas más complejas.
• Eliminación general de unidades de producción (entre los últimos censos agropecuarios se perdieron mas del 25%).
• Aparición de empresas de capital extra-rural, tanta extranjeras como nacionales; por ejemplo, CRESUD (Soros), Benetton, Macri, Eurnekian.
• Surgimiento de explotaciones denominadas “diferimientos” en algunas provincias como San Juan, La Rioja y Catamarca, surgidas a partir de programas nacionales de promoción
• Surgimiento de “pools” agrícolas, provenientes de inversiones extra-rurales como fondos de inversión agrícola o empresas industrializadoras y también de productores tradicionales
Además, se puede mencionar el desarrollo de sistemas asociativos; algunos promovidos por programas de desarrollo de origen público (Cambio Rural y Programa Social Agropecuario) y casos de cambio de situación estructural por intensificación.
Tratando de concretar la propuesta presentada, podemos hacer una división primaria de las unidades de producción en dos grandes categorías: empresas o familiares. En el subgrupo de empresarios podemos considerar distintas situaciones y actores, desde las grandes o mega empresas hasta las pequeñas empresas de origen rural que han derivado de un proceso de movilidad social ascendente. En el subgrupo de unidades familiares, encontramos desde situaciones de pobreza extrema como son los productores de infrasubsistencia hasta aquellos excedentarios, con diferentes grados de capitalización y acumulación. En el cuadro Nº 1 se presenta esta propuesta.
Con respecto a las categorías presentadas en el cuadro citado, cabe aclarar que las mismas tratan de reflejar un universo sumamente amplio y complejo de “tipos sociales” que en la realidad se presentan en un gradiente de situaciones. Por este hecho, dichas categorías presentan, seguramente, diferentes niveles de “solapamiento” entre sí.
Otro aspecto a considerar es el planteo de Aparicio y Gras (1998) de tener en cuenta que las tipologías, actualmente, deben reflejar sistemas cada vez más complejos, dado que a las transformaciones que vertiginosamente se da en el sector agropecuario se suma la aparición de unidades de producción que son parte de sistemas económicos más complejos denominados pluriactividad, caracterizados por la multisectorialidad del capital. Entre éstos podemos identificar, desde minifundistas que viven, principalmente, de ingresos obtenidos en empleos fuera de su unidad de producción hasta empresas agroindustriales en las cuales la producción primaria es sólo un eslabón de su estrategia de producción, como es el caso de algunos ingenios azucareros o industrias aceiteras.
Por último, un hecho que tampoco puede soslayarse es el de que los agentes sociales no se encuentran, necesariamente, estáticos dentro de un determinado tipo social, sino que puede existir movilidad social. Al respecto, Murmis (1980), trabajando sobre el estrato familiar campesino, hace un análisis dinámico, que plantea los conceptos de: i) diferenciación
cuando hay movilidad dentro del mismo estrato (ejemplo si pasa de estable a subsistencia, ver
cuadro Nº 2); ii) descomposición cuando un productor familiar pasa a ser un semi-asalariado
de origen rural o cuando logra llegar a un cierto nivel de capitalización que le permite
ascender a una categoría de productor familiar capitalizado; y iii) descampesinización cuando
pierde su condición estructural (de productor familiar) y pasa a ser un asalariado de origen
campesino o un empresario de origen campesino.
Cuadro Nº 1: Principales tipos sociales de productores (vemos en clases)
Recapitulando, distinguir la heterogeneidad social es muy importante para los profesionales
de las ciencias agropecuarias y en particular para los extensionistas. Para reconocer los
principales grupos es necesario definirlos conceptualmente, y luego seleccionar el conjunto de
variables adecuadas que nos permitan delimitarlos y caracterizarlos en la realidad.
Cuadro 2:Movilidad social (ver en clases)
Identificar quiénes son, cómo actúan y que objetivos persigue cada subgrupo de productores es primordial para poder establecer estrategias de intervención acordes a la realidad en que nos desenvolvemos.
BIBLIOGRAFÍA
Aparicio, S. y C. Gras (1999) “Las tipologías como construcciones metodológicas”. En
Estudios rurales, teorías, problemas y estrategias metodológicas. Ed. La colmena. Bs.
As.
Arocena, J. (1994) “Una aproximación a la noción de Desarrollo Local”. En El desarrollo
local como desafío teórico. CLAEH. Montevideo
Beker, V. y F. Mochón (1994) ECONOMÍA. Elementos de micro y macroeconomía.
McGraw-Hill. Madrid.
Bourdieu, P. (1993) Cosas dichas. Gedisa. Barcelona.
Caracciolo de Basco, M.; Tsakoumagkos, P.; Rodriguez Sánchez, C. y M. Borro (1981).
“Esquema conceptual y metodología para el estudio de tipos de establecimientos
agropecuarios con énfasis en el minifundio”. S. A. G. Bs. As.
Carballo,C. (1996) La agricultura familiar en la Argentina. Situación actual y perspectivas.
Jornadas Nacionales de la Asociación Argentina de Extensión Rural. Río Cuarto
Gutman, P. (1988) Desarrollo rural y medio ambiente en América Latina. Centro Editor de
América Latina. Buenos Aires.
Lopera Palacios, J. (1991) Campesinos y Empresarios: ¿dos economías diferentes?. ICA
INFORMA. Vol. 25, Colombia.
Margiotta, E. y R. Benencia. (1995) Introducción al estudio de la estructura agraria: la
perspectiva de la sociología rural. FAUBA (Mimeo)
Murmis, M. (1980) “Tipología de pequeños productores campesinos en América Latina”.
(Mímeo), PROTAAL Doc. Nº 55. San José de Costa Rica.
Murmis, M. (1998) “Agro argentino: algunos problemas para su análisis”. En Las
Agriculturas del MERCOSUR, el papel de los actores sociales.